Poderes económicos, ideológicos y políticos viven a costa de la muerte, recrimina el cardenal

Tegucigalpa – El cardenal Óscar Andrés Rodríguez, recriminó hoy durante la homilía correspondiente al XXVII domingo del tiempo ordinario, oficiada en la Basílica Menor de Suyapa, que los poderes económicos, ideológicos y políticos viven a costa de la muerte.

Al aludir la nueva encíclica del papa Francisco, el purpurado señaló que hundir a un pueblo en el desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto.

En la homilía, el cardenal se refirió a la parábola bíblica de la imagen de la viña que aparece una y otra vez en la sagrada escritura en función de manifestar la realidad del reino de Dios, abierto al conjunto de los seres humanos para que se integren y comprometan con Él.

En la lectura que hoy se hace del profeta Isaías queda bien claro que la viña es pertenencia divina. Además, Dios se encarga de preparar perfectamente el terreno de cultivo, de disponer todo para plantar los mejores sarmientos, prometedores de óptimas cepas, adecuadas para conseguir los frutos más logrados.

Indicó que eso significa que Dios nos da un tiempo para crecer, para madurar y asumir nuestras responsabilidades en la realización de su plan de amor y de vida sobre nosotros.

Añadió que llegando el tiempo de los frutos, el propietario de la viña envío por dos veces a sus criados, a los labradores para percibir los frutos, pero los labradores agarrando a los criados apaliaron a uno, mataron y a otro lo apedrearon, este es el tema de la historia humana, la gran tragedia de administradores de unos bienes que no son suyos y quieren hacerse propietarios de una propiedad privada para sí mismos, para sus intereses.

Una vez agotados todos los recursos el propietario de la viña opta por recurrir al extremo del amor, les mandó a su propio hijo, ese hijo es Jesús, expresión del amor de Dios al mundo y a cada uno de nosotros, así que en esa parábola, el dueño de la viña da una nueva oportunidad a los labradores, van a respetar a mi hijo, y la reacción de los labradores es la siguiente…lo mataremos y nos quedamos con su herencia.

“Es la ambición del poder, la ambición del tener para dominar el mundo, los dueños actuales del mundo han querido apoderarse de la herencia de la vida, matando para ello, al hijo, son los poderes económicos, ideológicos y políticos que viven a costa de la muerte”, recriminó el líder religioso.

Refirió que Jesús es consciente de que será rechazado y asesinado, Dios envió a su hijo no para que lo asesinaran sino diciendo, tendrán respeto de mi hijo, sin embargo, contra la voluntad de Dios, lo matan y la renta que le dan es la muerte y Jesús mismo es el hijo representado en la parábola.

El prelado se aludió a una cita del antiguo testamento, la piedra que desecharon los arquitectos, es ahora la piedra angular; Jesús es esa piedra desechada, pero Él es esa piedra angular, esa piedra que se coloca en el cimiento de la construcción, en el ángulo que une los muros, de esa piedra depende toda la solidez del edificio.

“Si queremos construir nuestra vida sobre alto sólido, necesitamos apoyarnos en Él, en Cristo, nuestra vida, nuestra esperanza, ciertamente Él es la piedra angular que desecharon los arquitectos, Jesús es alguien que fue rechazado, que sigue siendo rechazado en gran parte de la humanidad, ese rechazo se prolonga en la historia y es la tragedia que atropella a miles de seres humanos, a pueblos enteros, en las injusticias padecidas especialmente por los más pobres”, acotó.

Agregó que también ante el evangelio de hoy, “podemos preguntarnos sobre qué estamos construyendo nuestra vida, algunos se construyen solamente en lo exterior, en la apariencia, en el personaje, en la ambición por el poder, pero por dentro están inmensamente vacíos; construir nuestra vida sobre Él, significa tener la certeza profunda de que existe alguien, una fuerza segura en que podemos confiar y vivir así, nos libera”.

Rodríguez destacó que hoy hemos recibido como un regalo un gran fruto de la viña la encíclica “Fratelli tutti” del papa Francisco en la fiesta de San Francisco, que es una encíclica social que hará camino y que va suscitar en todos nosotros muchos frutos.

Una encíclica más que necesaria en este tiempo en el que el papa mismo ha dicho no podemos ser simples acompañantes de la post pandemia, tenemos que ser gestores de la post pandemia. “Yo quisiera hoy, para motivarlos a que la puedan leer, la vamos a estudiar con los sacerdotes, con las comunidades, pero quisiera de manera especial, pedir a nuestros políticos o como se usa algunas veces con una frase que a mi no me gusta, la clase política, porque en Honduras no tenemos clases, somos todos hermanos, hijos del mismo Dios, que lean la encíclica”.

En ese sentido, el purpurado leyó parte del capítulo V de la encíclica que se denomina “La mejor política” porque “desde hace semanas como si el problema principal de Honduras fuera una ley que nunca la quieren aprobar, para qué, para seguir en lo mismo, abramos los horizontes y el papa nos habla de esa mejor política”.

“El político es un hacedor, un constructor con grandes objetivos, con mirada amplia, realista y pragmática aún más allá de su propio país, las mayores angustias de un político no deberían ser las causadas por una caída en las encuestas, sino por no resolver efectivamente el fenómeno de la exclusión social y económica con sus tristes consecuencias”, apunta la encíclica.

Añade que “se cierra el círculo entre los que usan y engañan a la sociedad para esquilmarla y los que creen mantener la pureza en su función crítica, pero al mismo tiempo viven de ese sistema y de sus recursos, hay una triste hipocresía cuando la impunidad del delito del uso de las instituciones para el provecho personal o corporativos y otros males que no logramos desterrar, se unen a una permanente descalificación de todo, a la constante siembra de sospecha que hace cundir la desconfianza y la perplejidad, el engaño del todo está mal, es respondido por la indiferencia de los que piensan, nadie puede arreglarlo, qué puedo hacer yo”.

“Y de esa manera nos dice el papa, se unen y se nutren, el desencanto y la desesperanza y eso no alienta un espíritu de solidaridad y de generosidad, hundir a un pueblo en el desaliento es el cierre de un círculo perverso perfecto, así obra la dictadura invisible de los verdaderos intereses ocultos que se adueñaron de los recursos y de la capacidad de opinar y de pensar”, acotó.

Rodríguez pidió fijarse en cuánta fuerza hay para nuestro bien, para nuestra reflexión y para nuestra acción, por eso recomendó penetrar en la riqueza de esa encíclica para ponerla en práctica. “También nuestra Honduras tiene futuro, y como una viña del Señor, la milpa del Señor si queremos, todos estamos llamados a producir frutos, no frutos de indiferencia, ahí que vean los políticos, no, sino con acción concreta, no podemos seguir en lo mismo y por eso a preocuparnos cada uno para participar”, enfatizó.

Se refirió a la colecta para las obras de caridad del papa, y aunque es cierto que estamos en dificultades, pero nadie es tan pobre que no tenga algo que compartir y por eso animó a los feligreses a aportar porque siempre se puede ayudar a alguien que necesita más.

En el marco de la homilía, el cardenal hizo la ceremonia para otorgar los ministerios de acolitado y lectorado al candidato a ser el cuarto diacono permanente en la diócesis Javier Amílcar Suazo.

(om)

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