Los altos índices de violencia que estremece a Honduras y la manifiesta inoperancia e incapacidad de Juan Orlando Hernández para devolver al pueblo la paz y tranquilidad que prometió en su campaña política, hacen que la ministra de estrategia y comunicación del gobierno, su hermana, Hilda Hernández, se afane por levantar la imagen del mandatario a nivel nacional e internacional.
Recientemente Hilda Hernández anuncio el lanzamiento de la campaña “Marca de País “mediante la cual, además de gastar sumas millonarias del presupuesto, pretende en forma rápida, borrar la percepción negativa que en el exterior se tiene de Honduras y vender todos los destinos turísticos que ofrece el país.
En un programa que se emitió en el canal oficial del Estado, Hilda Hernández, ante el fracaso de la política de seguridad del gobierno de su hermano dijo que “necesitamos generar estrategias para poder dar a conocer al mundo de las bondades de Honduras” y esto lo declara, precisamente a dos días que el gobernante inauguro un aeropuerto en Río Amarillo, para conectar las imponentes Ruinas Mayas de Copan con el mundo.
Honduras ofrece tantas bellezas naturales, dignas de venderse al mundo, pero en contraposición, medios internacionales de prensa y el mismo Estados Unidos de Norteamérica reactivo la alerta roja para que los estadounidenses se abstengan de viajar a este país por la inseguridad imperante, advirtiendo que “quien visite Honduras, lo hace bajo su propio riesgo”.
Hilda Hernández, mediante esta campaña, pretende hacer que la comunidad internacional desconozca el fracaso en materia de seguridad de su hermano, Juan Orlando, apostando a borrar la mala imagen y tratando de esconder las masacres, los encostalados, los decapitados, las violaciones sexuales, los secuestros, el narcotráfico, las extorsiones a personas y comerciantes, el sicariato y la galopante corrupción que contamina y caracteriza la administración Hernández.
A estos acontecimientos que ya se vuelven normal para los hondureños, se suman asesinatos de empresarios, motines en las principales cárceles del país.
El mas reciente amotinamiento en San Pedro Sula se registro un enfrentamiento entre miembros de las maras 18 y salva truchas, y la Policía Nacional decomiso armas de asalto, livianas, corto punzantes, pertrechos de guerra, chalecos antibalas, municiones y droga, situación que refleja como el crimen organizado administra y gobierna las prisiones en Honduras, de donde además, surgen las llamadas para extorsión, burlándose del “bloqueo telefónico” implementado por las compañías operadoras de telefonía móvil, por disposición del gobierno de “la vida mejor”.
La violencia recrudece en todo el país, las cifras de muertos se disparan, mientras Hilda Hernández, a través de una campaña mediática, derrocha millones de lempiras diarios en su afán de hacer creer a propios y extraños que Honduras jamás tuvo un gobierno como el de su hermano, irónicamente, pese a tanto gasto, con altos índices de desempleo, corrupción y un pueblo que se debate en la pobreza y la miseria, mientras la familia Hernández y un grupo de lisonjeros que la rodean, saquean las finanzas del esqueleto estatal.
La delincuencia burla el accionar de los operadores de justicia, incluyendo los grupos elites creados por el propio mandatario como la Policía Militar de Orden Público, la Fuerza Tigres, la Agencia Técnica de Investigación Criminal y miles de agentes de seguridad, para que el pueblo sienta que Honduras ha cambiado, evitando demostrar que “algo malo está pasando, y Honduras no está cambiando” para convertirse irremediablemente en un Estado fallido.