Las autoridades hondureñas han reportado el primer descubrimiento de una plantación de opio en el país, un acontecimiento que resalta el siempre creciente papel del país en el comercio internacional de drogas.
El 31 de enero, las autoridades hondureñas informaron que habían descubierto y destruido un invernadero de alta tecnología para el cultivo de amapola del opio y de marihuana, en una montaña en el occidente de Honduras, informó Inter Press Service.
El invernadero fue encontrado en el municipio de La Iguala, a 400 km de la capital, Tegucigalpa, y a 1.600 metros sobre el nivel del mar. Al invernadero sólo se puede llegar a caballo o en vehículo todo terreno, y se vuelve inaccesible durante la temporada de lluvia.
El allanamiento descubrió 1.800 plantas de amapola del opio y 800 plantas de cannabis. La estructura en si tenía, según se informa, 100 metros de largo y 40 metros de ancho, contaba con aire acondicionado, con un generador de gran tamaño, y con un moderno sistema de riego y otros equipos de alta tecnología.
Dos personas fueron arrestadas en la redada, un obrero hondureño y también un colombiano que administraba la plantación, que había sido previamente arrestado y puesto en libertad, informó La Prensa.
Carlos Mejía, un subcomisario de la Policía Nacional que dirigió la operación, dijo a IPS que, «tenemos la sospecha de que hay muchas más plantaciones en estas enormes montañas occidentales, por lo que estamos rastreando toda la región».
La revelación de que Honduras es ahora una ubicación para la producción de opio con alta tecnología, es sólo la señal más reciente de la caída del país a manos de elementos criminales poderosos. Desde el golpe de 2009, la presencia del crimen organizado extranjero ha aumentado considerablemente y, según las últimas estimaciones del Departamento de Estado de Estados Unidos, el 75 por ciento de la cocaína que sale de Sur América en avión, transita a través de la nación centroamericana.
Parte de esta expansión criminal ha supuesto el crecimiento del procesamiento de drogas, con varios laboratorios de cocaína descubiertos en Honduras desde 2011. Pero la llegada del cultivo de amapola del opio es un significativo cambio, uno que sugiere que las operaciones criminales son cada vez más sofisticadas y que quienes las desarrollan están seguros de su capacidad para operar con impunidad.
Pese a que las organizaciones criminales extranjeras han jugado un papel importante en dar impulso a esta evolución -la planta de procesamiento de cocaína descubierta en 2011, que presuntamente pertenecía al Cartel de Sinaloa de México- existen crecientes indicios de que los grupos del crimen organizado del país también están consolidando su fuerza, y aumentando su participación en la cadena de valor del narcotráfico.
Si los grupos criminales locales incrementan con éxito su papel en la producción de drogas, aumenta la posibilidad de que Honduras pronto pueda generar sus propias operaciones criminales transnacionales, y se convierta en un jugador importante en el tráfico internacional de drogas.