El Partido de los Trabajadores (PT) inscribió el miércoles en Brasilia la candidatura del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, su líder encarcelado, jugándose su futuro en un desafío que pone también a prueba la solidez institucional de Brasil.
«¡Lula está registrado y es candidato a presidente de Brasil!», exclamó la presidenta del PT, Gleisi Hoffmann, al anunciar el cumplimiento de la gestión ante miles de partidarios reunidos frente al Tribunal Superior Electoral (TSE) en Brasilia.
El exalcalde de Sao Paulo y compañero de fórmula de Lula, Fernando Haddad, visto por muchos como su potencial reemplazo, leyó una carta en la que el exmandatairio (2003-2010), de 72 años, reiteró su inocencia y prometió sacar a Brasil de la crisis económica.
«Cada uno de ustedes tendrá que ser Lula haciendo campaña por Brasil, recordando al pueblo brasileño que con los gobiernos del PT el pueblo trabajador tuvo más empleo, mejores salarios y mejores condiciones de vida», escribió el líder de la izquierda, que desde abril purga en Curitiba (sur) una pena de 12 años y un mes de cárcel por corrupción pasiva y lavado de dinero.
La expresidenta Dilma Rousseff, heredera política de Lula, destituida en 2016 por el Congreso, denunció a los «golpistas» que al derrocarla pusieron fin a un ciclo de 13 años de gobiernos de izquierda en la mayor economía latinoamericana.
«Ellos creían que no íbamos a resistir, pero permanecimos de pie, hemos enfrentado a esos golpistas. Lula es candidato y representa a la democracia en nuestro país», declaró.
«Lula fue víctima de una ilegalidad. Si no puede ser candidato, sería un atentado contra la democracia brasileña. La elección sin Lula es un fraude», sostuvo Joao Martins, un funcionario público de 53 años que llegó a la capital desde Campinas, en el estado de Sao Paulo.
Al final del día, once de los trece candidatos ya se habían registrado, entre ellos el ultraderechista Jair Bolsonaro (PSL), líder en las encuestas sin Lula; el exgobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin (PSDB, centroderecha); la ecologista Marina Silva (Rede) y el exbanquero Henrique Meirelles (MDB, centroderecha), candidato del impopular presidente Michel Temer.
Lula es el favorito en los sondeos, con casi un tercio de las intenciones de voto, casi el doble que cualquiera de los otros candidatos.
Pero su postulación será con toda probabilidad invalidada, según juristas, dado que la Ley de Ficha Limpia, promulgada bajo su gobierno, excluye de la carrera electoral a quienes hayan sido condenados en segunda instancia, como en su caso.
– La celda de Lula, un «comité de campaña» –
El Ministerio Público Federal pidió el miércoles vedar las visitas de Gleisi Hoffmann al ilustre prisionero, a fin de impedir que este transforme su celda en un «comité de campaña».
«Las visitas no tienen por objetivo la defensa judicial del condenado, sino permitir a Luiz Inácio Lula da Silva la conducción y la intervención en el proceso electoral para el cual está materialmente inelegible, transformando el lugar donde cumple la pena -la sede de la Policía federal- en su comité de campaña», alegó el MPF.
El TSE, que tiene como máximo hasta el 17 de septiembre para decidir el futuro de Lula, tardará unos días, sino semanas, en dar su veredicto.
La nueva presidenta del TSE, Rosa Weber, recordó que cualquier candidatura puede ser invalidada «de oficio», aunque no sea cuestionada por el Ministerio Público o por algún partido o candidato.
El PT insiste en que Lula puede disputar las elecciones aunque sea rechazado por el TSE, «presentando recursos plausibles» ante la corte suprema, y recuerda que, en las municipales de 2016, 145 candidatos a alcalde hicieron campaña con sus registros invalidados.
Si la candidatura de Lula es invalidada, el PT tendría poco tiempo para hacer campaña por Haddad, de 55 años, con la incógnita de si logrará transferirle los votos del carismático exmandatario.
Una apuesta, según analistas, muy arriesgada.
Para el politólogo Thiago Vidal, de la consultora Prospectiva, lo que está en juego «es el futuro del PT como principal representante de la centro-izquierda en Brasil».
El PT encadena reveses desde la destitución de la presidenta Dilma Rousseff (heredera política de Lula) por el Congreso en 2016, seguida por una contundente derrota en las municipales de ese año y el encarcelamiento de muchos de sus dirigentes históricos, con su padre fundador incluido.
El exmandatario fue condenado como beneficiario de un apartamento en el litoral paulista, ofrecido por una constructora para obtener su mediación en contratos con Petrobras.
Enfrenta otros cinco procesos, pero se declara inocente en todos y denuncia una persecución político-judicial para impedirle volver al poder.-AFP