La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, ha negado públicamente uno de los episodios más oscuros de la historia reciente del país: el intento de ingreso a la embajada de Brasil durante el golpe de estado de 2009, liderado por el presidente de facto, Roberto Micheletti.
De manera inesperada y sorprendente, Castro declaró ante los líderes de América Latina y el Caribe que el gobierno de Micheletti nunca intentó ingresar a la embajada donde ella, su familia y el expresidente Manuel Zelaya se refugiaron tras el golpe. «Nunca el gobierno de facto intentó ingresar a la embajada», afirmó la mandataria, incluso poniendo a Micheletti como ejemplo de respeto a las convenciones internacionales.
Estas declaraciones han dejado a muchos hondureños atónitos, ya que durante casi 15 años, desde su partido Libertad y Refundación (Libre), se ha mantenido un discurso de repudio hacia Micheletti, considerándolo un tirano y un enemigo de la democracia. Sin embargo, las palabras de Castro ahora desbaratan esta narrativa, dejando a muchos en un estado de incredulidad y confusión.
El impacto de estas declaraciones es profundo, ya que cuestiona la validez de la lucha y resistencia de aquellos que perdieron la vida o sufrieron represión durante el golpe.