Colombia cerró este martes uno de los capítulos más simbólicos en su camino hacia la paz con la culminación de la dejación de armas de las FARC, que termina con una de las insurgencias más largas del continente.
El presidente Juan Manuel Santos y los jefes guerrilleros acudieron por la mañana a una ceremonia en el centro del país donde observadores de la ONU sellaron los últimos contenedores con algunos de los 7.132 fusiles recolectados en campos rebeldes de todo el país durante las últimas semanas.
Naciones Unidas había asegurado el lunes que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) habían dejado en su poder todas sus armas individuales como parte del proceso de paz entre el gobierno y el mayor grupo guerrillero de Colombia, salvo las necesarias para mantener la seguridad de sus campamentos hasta agosto.
No le fallamos a Colombia: hoy dejamos las armas, dijo el máximo líder rebelde, Rodrigo Londoño, alias Timochenko.
Al depositar las armas que ustedes tenían en los contenedores de Naciones Unidas, los colombianos y el mundo entero saben que la paz es real e irreversible, replicó el presidente Juan Manuel Santos.
En la zona de desarme de Mesetas, donde se celebró el acto en un sitio ubicado a kilómetros de la ciudad más cercana por carretera, ya ningún rebelde cargaba su fusil. En lugar de sus uniformes militares, vestían camisetas blancas y mariposas amarillas fueron liberadas para celebrar la paz.
Uno a uno, cada guerrillero de los campamentos de desmovilización ha entregado en los últimos días su arma a los observadores de Naciones Unidas y firmado un compromiso de que hará su parte para poner fin al sangriento conflicto. Todavía se están vaciando, sin embargo, cientos de arsenales llenos de explosivos y armas ocultas en las selvas remotas del país.
No obstante, la euforia colectiva no camufló los temores de los 7.000 guerrilleros que deben integrarse a la vida civil después de cargar un arma muchas veces desde la adolescencia.
Stefanía Rodríguez, de 23 años, aprendió a usar el fusil a los 13, a días de enrolarse en las filas rebeldes. Es un poco tenso porque esa arma fue por mucho tiempo la seguridad nuestra, esa seguridad que teníamos allí, nuestra otra mitad, aseguró a The Associated Press, aunque se mostró dispuesta a pasar página e iniciar sus estudios universitarios.
En un mundo convulsionado por antiguas y nuevas formas de violencia, por conflictos cuyos protagonistas parecen irreconciliables… un proceso exitoso de construcción de paz en Colombia es también un motivo de esperanza y ejemplo poderoso para la comunidad internacional, dijo Jean Arnault, director de la misión de la ONU en Colombia, organismo que verificó la dejación de las armas en los últimos meses.
Timochenko aprovechó su discurso para reclamar al gobierno el incumplimiento de puntos de los acuerdos de paz y aseguró que el acto del martes sólo marca la dejación de sus armas. Hoy
termina nuestro alzamiento armado de 53 años, hoy no termina la existencia de las FARC, abundó. A partir de agosto, como parte del pacto sellado a finales del año pasado, las partes acordaron que el grupo se integre en un partido político.
Diez guerrilleros recibieron simbólicamente certificados por haber dejado sus fusiles en manos de Naciones Unidas, que fundirá el arsenal de las FARC para construir tres monumentos a la paz, pero nadie salió ante las pantallas entregando su arma. Durante años de negociaciones en La Habana, la guerrilla dejó claro que no querían presentarse al mundo como un ejército derrotado.
La controversia también ha afectado al desarme. El expresidente conservador Álvaro Uribe lideró a un grupo de opositores que cuestionó abiertamente que las FARC hubieran entregado todo su arsenal, señalando que siempre se hablaba de muchas más armas.
Con esta hazaña histórica, Colombia está un paso más cerca de pasar página en el conflicto armado más largo de América Latina, que dejó al menos 250.000 muertos, otros 60.000 desaparecidos y millones de desplazados.
Según Aldo Cívico, profesor de la Universidad de Rutgers y especialista en el conflicto colombiano, entregar las armas es la decisión más importante que puede tomar una guerrilla.
Los rebeldes de las FARC alcanzaron el año pasado un acuerdo con el gobierno de Colombia para entregar su armamento y convertirse en partido político. Sin embargo, aplicar el acuerdo ha sido un proceso complejo: el pacto no obtuvo el apoyo popular en un referendo nacional, el Congreso ha tenido problemas para aprobar las leyes que aplican los acuerdos revisados y legisladores de oposición amenazan con rechazar piezas clave de los términos si ganan las elecciones presidenciales el año que viene.