La tumultuosa escena política libia ofreció el viernes su cara más estrambótica. Un avión de la compañía libia Afriqiyah que realizaba el trayecto entre Sebha, la capital de la provincia meridional del país magrebí, y la capital, Trípoli, ha sido secuestrado por dos veinteañeros libios que llevaban una granada y dos pistolas y que forzaron al piloto a dirigirse hacia la isla de Malta. En cuestión de unas tres horas, y de forma progresiva, los 109 pasajeros de la nave y sus siete tripulantes han sido puestos en libertad. Uno de los atacantes, Moussa Shasha, ha declarado a la televisión Libya TV que el objetivo del atentado era promocionar un nuevo partido desconocido, alineado con las tesis del derrocado Muamar el Gadafi.
El primer ministro maltés, el socialdemócrata Joseph Muscat, fue quien anunció a las 15.43, a través de un tuit que los secuestradores se habían entregado a las autoridades, lo que puso fin a la crisis. “Los secuestradores se han rendido, han sido cacheados, y ya están bajo custodia”, rezaba su mensaje. Tras el aterrizaje en la isla mediterránea del avión, un Airbus 320, su aeropuerto internacional fue clausurado. Según informó Muscat, que estuvo en contacto directo con Fayez Serraj, el primer ministro del Gobierno de Unidad Nacional (GNA) patrocinado por la ONU, desde un primer momento las autoridades indicaron a los secuestradores que no pensaban negociar.
En concreto, la fuerza política que pretendían propulsar se llama al Fateh al Jadid y está alineada con las tesis de Muamar el Gadafi, el dictador libio que fue asesinado en los estertores de la guerra civil de 2011 después de haber gobernado Libia con mano de hierro durante más de cuatro décadas. De hecho, el nombre del partido es el mismo que utilizó el exdictador para rebautizar el mes de septiembre, pues fue en esta fecha en 1969 en la que dio el golpe de Estado que le aupó al poder. Según Taher Siala, el ministro de Asuntos Exteriores del GNA dos hombres habrían pedido asilo político en Malta, algo que posterioremente Muscat negó en su rueda de prensa.
Más de cinco años después del final de su guerra civil, Libia continúa inmerso en un caos de seguridad y político, escindido en dos gobiernos y dos coaliciones militares paralelas, una basada en el este del país y la otra en el oeste. El hecho de que las diversas milicias y facciones políticas no hayan sido todavía capaces de pactar una transición, y aún menos un proceso de reconciliación nacional, explica el sentimiento de alienación que experimenta el sector de la sociedad libia que apoyó al coronel Gadafi. El hecho de que, mientras las cámaras de todo el mundo permanecían con el visor fijo en el avión, uno de los secuestradores saliera del aparato para mostrar una bandera verde, que era la oficial durante el antiguo régimen, confirma su voluntad de reivindicar el legado del antiguo dictador.
Este sorprendente incidente sucede apenas tres días después de que el Pentágono diera por finalizada su campaña de bombardeos contra la región de Sirte, antiguo bastión del autodenominado Estado Islámico en Libia, y recuperado después de más de más de medio año de batallas por las milicias aliadas con el Gobierno de Unidad Nacional. Sin embargo, después de recuperar el control de los principales puertos petrolíferos, es el hombre fuerte del Gobierno del este, el general Halifa Hafter, quien parece en disposición de forzar una renegociación del acuerdo de Sjirat, por el que se creó el Ejecutivo apoyado por la ONU.
Tomado de internacional.elpais.com