Dos astronautas de la NASA viajan por primera vez en una nave construida por una empresa privada. SpaceX sufrió ayer la explosión de Starship, otro de sus vehículos, durante una prueba en Texas.
Douglas Hurley y Robert Behnken ya están en espacio. Los dos astronautas de la NASA despegaron este sábado puntuales, a las 15.22 hora local (21.22 en España) protagonizando el primer viaje tripulado espacial de la Historia a bordo de una nave que no es propiedad de un Estado, sino de una empresa privada, SpaceX, la compañía creada por el multimillonario estadounidense de origen sudafricano Elon Musk.
Es la primera vez desde que el transbordador espacial Atlantis regresó de su vuelo espacial el 11 de julio de 2011 que Estados Unidos logra enviar una tripulación fuera del espacio en un cohete fabricado en ese país. En estos casi nueve años, ha tenido que usar cohetes rusos lanzados desde Kazajistán para mandar a sus tripulaciones a la Estación Espacial Internacional (ISS, según sus siglas en inglés).
Se trata del segundo intento de lanzamiento de la Crew Dragon, pues el pasado miércoles el mal tiempo obligó a posponer el despegue apenas un cuarto de hora antes de la hora marcada, cuando los dos tripulantes estaban ya listos ya para comenzar su viaje.
Esta mañana, la probabilidad de que el tiempo permitiera el lanzamiento era de sólo un 50%. Apenas una hora antes del despegue, subió al 70%, y a las 21.22, la nave despegó desde la mítica plataforma 39A del Centro Espacial Kennedy de Florida.
Acompañados de sus esposas, el presidente, Donald Trump, y el vicepresidente, Mike Pence, no han querido perderse el inicio de esta importante misión que permitirá que EEUU deje de depender de las naves rusas Soyuz para enviar a sus astronautas al espacio, previo pago de 86 millones de dólares por billete. «Estoy muy orgulloso de la NASA», ha declarado Trump.
Los cuatro se encontraban entre los escasísimos invitados al lanzamiento debido a la crisis del coronavirus. También se ha reducido al máximo el personal que se ha acercado estos días a los dos astronautas de la NASA para evitar que contraigan la Covid-19.
EMPRESAS PRIVADAS
Para volver a tener nave propia, Washington ha contado con el apoyo del excéntrico Musk, ya que tanto el cohete propulsor Falcon 9, como la cápsula Crew Dragon, en la que viajan Hurley y Behnken, han sido fabricadas por Space X.
Uno de los ejes de la exploración espacial del futuro será la mayor implicación de empresas privadas, de las que se espera que desarrollen y operen cohetes y naves propias que permitan abaratar los costes y que más personas e instituciones puedan viajar al espacio. Tanto la Crew Dragon de SpaceX como la nave Starliner que está desarrollando Boeing -y que también trasladará a la ISS a astronautas de la NASA-, están siendo supervisadas de cerca por los ingenieros de la NASA.
Con este vuelo, Estados Unidos se quita una espina en su prestigio nacional, que había sufrido un golpe tras la retirada del caro programa del transbordador, un intento de crear un especie de ‘avión espacial’ que no solo no cumplió todas las expectativas, sino que terminó con dos de sus naves destruidas -el Challenger, en 1986, y el Columbia, en 2003- en sendos accidentes que causaron la muerte de todos los miembros de sus tripulaciones.
El objetivo de Washington, ahora, no es que el Falcon 9 y la Crew Dragon hagan innecesarios los cohetes rusos, pero sí compaginar el uso de esos sistemas con los de SpaceX, y también permitir a Moscú usar plazas en sus nuevas naves. Además de SpaceX, en el futuro pasarán a formar parte de los equipos de lanzamiento de tripulaciones cohetes y cápsulas fabricados por Boeing, una empresa a la que el desastre de su avión de pasajeros 737-MAX y, ahora, la crisis de la industria del transporte aéreo por el coronavirus, ha puesto al borde de la quiebra y en necesidad de un rescate por parte del Estado.
Ése no es el caso de SpaceX. Desde sus inicios, en 2002, la compañía se ha situado en el liderazgo del naciente sector de la exploración espacial privada, logrando enviar naves al espacio con un coste inferior al de la NASA. Su objetivo declarado es iniciar en menos de dos años vuelos turísticos al espacio, un plan para el que el lanzamiento hoy desde Cabo Cañaveral es un paso imprescindible.
De hecho, el lanzamiento ha sido un golpe publicitario de primera magnitud para Musk, ejemplificado en, por ejemplo, el hecho de que Hurley y Behnken llegaron al cohete en Teslas, los coches eléctricos fabricados por la empresa del mismo nombre, también fundada y dirigida por Musk, cuya fortuna es estimada por la agencia de noticias Bloomberg en 41.000 millones de dólares (36.900 millones de euros).