El día a día de los LGBTI en Centroamérica está marcado por la violencia, la discriminación, la migración forzada y la impunidad de los agresores. Pese a los tímidos pasos de los últimos años, la región sigue siendo una de las más hostiles para el colectivo, especialmente el denominado Triángulo Norte.
La activista trans Rihana Ferrera, de Honduras, lleva sufriendo esta pesadilla desde que tenía 3 años, cuando un día trató de ir a misa vestida de niña y su familia la repudió mandándola a un internado.
Allí recibió vejaciones por parte de sus compañeros, que llegaron incluso a arrojarla a un pozo sucio después de una paliza, y fue expulsada cuando le confesó a un cura del centro que se sentía mujer pese a haber nacido hombre: “Una manzana podrida pudre a las demás”, le dijo entonces el religioso.
Se fue a la capital para estudiar y cambiarse de sexo y se vio obligada a ejercer la prostitución para pagarse los estudios universitarios porque nadie le daba trabajo. Cuenta que el horror que descubrió en la calle es aún peor que el que vivió en su infancia: fue víctima de un intento de secuestro y un hombre le asestó tres tiros.
“Era horrible ver cómo nos golpeaban, nos tiraban envases y nadie hacía nada”, lamentó a Efe Ferrera, que actualmente ejerce como directora de la Asociación de Derechos Humanos Cozumel y promueve la aprobación de una ley de identidad de género en su país.
La violencia física contra la comunidad lésbica, gay, bisexual, transgénero e intersexual (LGBTI) es una constante en todo el continente latinoamericano, pero la situación es aún más grave en Centroamérica, especialmente en Guatemala, Honduras y El Salvador.
Los expertos lo achacan a la presencia del crimen organizado y las pandillas y al marcado carácter conservador y religioso de la región.
“Son sociedades dominadas por el patriarcado, por la misoginia y por la heteronormatividad (régimen social que impone la heterosexualidad)”, explicó a Efe el asesor regional sobre Derechos de las Mujeres y Cuestiones de Género de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), Pedro Vera.
GAIS Y MUJERES TRANS, LOS MÁS AFECTADOS
No existen cifras oficiales sobre agresiones físicas a la comunidad LGBTI en Centroamérica y son las propias organizaciones locales las encargadas de llevar registros.
“Invisibilizar al colectivo y no tener estadísticas ya es un acto de violencia en sí mismo”, denunció a Efe la activista costarricense Michelle Jones, de Acceder.
Las asociaciones estiman que cerca de 300 miembros del colectivo han muerto en la última década en Honduras y calculan 12 asesinatos en El Salvador en 2018. En Guatemala las cifras hablan de al menos una veintena de personas trans y 13 hombres gay ejecutados el año pasado.
La mayoría de los casos de violencia no se denuncian por miedo a represalias o por desconfianza en las autoridades y, en las pocas ocasiones en las se interponen denuncias, la información sobre la orientación sexual o la identidad de género de la víctima “es generalmente ocultada o pasada por alto”, aseguró por su parte el experto de ONU.
Un informe de 2014 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) indica que la gran mayoría de los muertos son hombres gay y mujeres trans, y que estas últimas tienen una esperanza de vida en la región de 30 a 35 años. En el documento, el organismo también denuncia que los crímenes se ejecutan con altos niveles de crueldad.
La violencia empuja a muchas personas LGBTI a migrar a otras ciudades e incluso a otros países, aunque la discriminación laboral y el estigma social son también motivo de desplazamiento.
La organización COMCAVIS considera que al menos 134 personas abandonaron El Salvador entre 2017 y 2018 por culpa de los hostigamientos.
IMPUNIDAD Y FALTA DE LEYES
Centroamérica es una región con altos índices de impunidad, pero esta es especialmente elevada en los llamados crímenes de odio contra el colectivo LGBTI, de los que solo un ínfimo 2 % llega algún día a esclarecerse, según los expertos.
“Cuando los crímenes no son investigados y los responsables no son sancionados, se manda un mensaje erróneo de que los ataques están normalizados. Es muy importante acabar con la impunidad precisamente como medida de prevención para que no se produzcan nuevos crímenes”, afirmó el asesor de la ONU.
Para ello, agregó, es necesario fortalecer el marco legislativo y aprobar leyes que castiguen la discriminación por orientación sexual o identidad de género. Hoy en día solo Nicaragua y Costa Rica tienen en vigor normas de este tipo.
La región también reprueba en cuanto a leyes de identidad de género que permitan a las personas trans recibir tratamiento médico gratuito para adecuar su género y ser inscritas en sus documentos con el nombre y género que escojan.
“En mi identificación todavía dice mi nombre de nacimiento y hoy no parezco una mujer porque no lo soy”, apuntó a Efe el vicepresidente de Hombres Trans Panamá, Linx Alexander, al reconocer que tiene problemas para pagar con tarjeta de crédito en muchos comercios porque le piden la célula de identidad.
TÍMIDOS AVANCES
Pese a la realidad tan hostil que sufre el colectivo y a la falta de voluntad política para enmendarla, el año pasado hubo un pronunciamiento de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CorteIDH) que supuso un soplo de esperanza en la lucha a favor de los derechos LGBTI en la región.
La CorteIDH emitió en enero de 2018 una opinión consultiva a solicitud de Costa Rica en la que dice que los Estados tienen la obligación de garantizar el matrimonio a las parejas del mismo sexo y dio 18 meses al Parlamento costarricense para legislar en ese sentido. De hacerlo, Costa Rica sería el primer país de Centroamérica en legalizar el matrimonio gay.
“Estamos esperando a que se acerque la fecha y a ver qué pasa”, declaró la activista de Acceder.
También son pasos importantes las marchas que se van a celebrar este fin de semana en la mayoría de los países de la región por el Día Internacional del Orgullo LGBTI, o la elección el pasado 16 de junio de Aldo Dávila, portador del virus del sida y el primer hombre abiertamente gay en lograr una banca en el Congreso de Guatemala.
“Es un gran paso, aunque lo ideal sería que no fuera noticia y que estuviera normalizado”, admitió Vera.-EFE