En los últimos días el panorama mediático en el país ha estado inundado de información referente a la depuración de la policía y los informes publicados en un periódico nacional así mismo en el prestigioso diario New York Times, en donde con lujo de detalles se relatan cómo supuestamente ocurrieron los hechos en la muerte violenta del zar antidrogas Arístides González, Alfredo Landaverde y otros crímenes de impacto.
Mientras en la agenda informativa hay cantidad de asuntos de interés nacional, sorpresivamente la atención se centra en el tema policial, donde se tejen cualquier cantidad hipótesis alrededor de la participación que han tenido los altos jerarcas policías en toda esa vorágine de sangre, dolor y muerte.
Al aparecer los nombres y las fotografías de los acusados de ser los posibles responsables de estos hechos, inmediatamente empezaron las reacciones de los acusados quienes han ido elevando la vos hasta llegar a perder el temor y atreverse a tacar a la clase política.
Los partidos políticos tradicionales se ven sorprendidos cuando un ex jefe de la policía señala que los narcotraficantes extraditados hacia los Estados Unidos reclaman porque solo están mandando a “narcos liberales “y no se actúa contra los “narcos nacionalistas” e implican al ex ministro de seguridad y actual jefe de bancada del partido en el poder de estar vinculado a actos ilícitos cuando fue funcionario en dos periodos en dos gobiernos nacionalistas.
Si todo esto fue creado como una estrategia de quitar o apartar la atención del pueblo hondureño o de la comunidad de otros asuntos más importantes que han estado en la palestra pública, desde casos como el descalabro del IHSS y de otras instituciones del estado así como crímenes de alto impacto que han creado inseguridad en toda la ciudadanía, lo que ocurrió fue lo contrario porque ahora la atención está pendiente de la clase política dominante y el poder económico.
Lo que era una intervención a la policía se ha convertido ahora en un boomerang para la clase política que no haya cómo reaccionar ante el fuerte ataque verbal que han desatado los ex jefe policiales que ahora están dispuestos a ir de frente, utilizando cualquier argumento para quitarse de encima esos fuertes ataques que recibieron de quienes pudieron ser los autores de la trama de sacar en este momento un caso tan complicado y difícil como el de la institución policial.
Se ven obligados ahora los estrategas a buscar contrarrestar el impacto mediático que ha terminado trasquilando a los que fueron por lana.