Mientras aquí en Honduras el presidente Juan Orlando Hernández apaña los actos dudosos y considerados por muchos corruptos de su hermana y ministra de su gobierno, Hilda Hernández, en España el Rey Felipe VI da muestras que el vínculo familiar no es un pretexto para no dejar que la justicia alcance a los corruptos.
Tomado de ABC
En su primer Mensaje de Navidad, el Rey Felipe VI se refirió a los tres problemas más graves que sufre España: la corrupción, los «inaceptables» índices de desempleo y la situación de Cataluña. Sin citar expresamente a su hermana, la Infanta Doña Cristina, acusada de dos delitos fiscales, Don Felipe afirmó que «las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público provocan, con toda razón, indignación y desencanto».Agregó que «los responsables de las conductas irregulares están respondiendo de ellas» y subrayó que «los ciudadanos necesitan estar seguros de que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse».
Texto íntegro del Mensaje de Navidad
«Quiero, en primer lugar, daros las gracias por abrirme vuestras casas en esta Nochebuena. Un momento que es, sobre todo, de cercanía y de reencuentro; un momento para aproximarnos, para mirarnos con la voluntad y el deseo de entendernos, para transmitir a las personas que nos rodean nuestros mejores sentimientos de afecto, de paz y de alegría. Hoy quiero estar a vuestro lado para compartir -en el primer mensaje de Navidad que os dirijo-, unas reflexiones sobre nuestro futuro, con la mirada y la confianza puestas en el año 2015.
Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles para muchos ciudadanos y para España en general. La dureza y duración de la crisis económica produce en muchas familias incertidumbre por su futuro; la importancia de algunos de nuestros problemas políticos genera inquietud; y las conductas que se alejan del comportamiento que cabe esperar de un servidor público, provocan, con toda razón, indignación y desencanto.
Los problemas que he mencionado han dado lugar a una seria preocupación social. Sin embargo, no debemos dejarnos vencer por el pesimismo, el malestar social, o por el desánimo; sino afrontar con firmeza y eficacia las causas de esos problemas, resolverlos y recuperar el sosiego y la serenidad que requiere y merece una sociedad democrática como la nuestra.
«Necesitamos una profunda regeneración»
El pasado mes de octubre afirmé en Asturias que necesitábamos referencias morales a las que admirar, principios é ticos que reconocer, valores cívicos que preservar. Decía, entonces, que necesitábamos un gran impulso moral colectivo. Y quiero añadir ahora que necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva. Y en esa tarea, la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable.
Es cierto que los responsables de esas conductas irregulares están respondiendo de ellas; eso es una prueba del funcionamiento de nuestro Estado de Derecho. Como es verdad también que la gran mayoría de servidores públicos desempeñan sus tareas con honradez y voluntad de servir a los intereses generales.
Pero es necesario -también y sobre todo- evitar que esas conductas echen raíces en nuestra sociedad y se puedan reproducir en el futuro. Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo.
Pocos temas como éste suscitan una opinión tan unánime. Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción. La honestidad de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia.
Mensaje de esperanza
No quiero terminar mis palabras sin transmitiros un mensaje de esperanza. Regenerar nuestra vida política, recuperar la confianza de los ciudadanos en sus instituciones, garantizar nuestro Estado del Bienestar y preservar nuestra unidad desde la pluralidad son nuestros grandes retos. No son tareas sencillas. No son retos fáciles. Pero los vamos a superar, sin duda; estoy convencido de ello. Tenemos capacidad y coraje de sobra. Tenemos también el deseo y la voluntad. Y hemos de sumar, además, la confianza en nosotros mismos.
Esa es la clave de nuestra esperanza en el futuro. La clave para recuperar el orgullo de nuestra conciencia nacional: la de una España moderna, de profundas convicciones democráticas, diversa, abierta al mundo, solidaria, potente, con empuje. Con ese mismo empuje y con el ejemplo con el que vosotros afrontáis vuestro día a día luchando ante las adversidades intentando progresar, procurando mejorar honestamente vuestra vida y la de vuestras familias. Y ahí estaré siempre a vuestro lado como el primer servidor de los españoles.
Gracias nuevamente por escucharme esta noche y muchísimas felicidades en nombre de la Reina, de la Princesa de Asturias y de la Infanta Sofía. Feliz Navidad, Eguberri on, Bon Nadal, Boas Festas».