La presidenta de Honduras, Xiomara Castro, dijo en una reciente comparecencia pública: «¡Estoy cumpliendo!». Pero lo más impactante no es la afirmación en sí, sino el tono angustiado, afligido y desconsolado con el que pronunció una de las más grandes mentiras dirigidas al pueblo hondureño.
Castro expresó sus palabras con un tormento palpable, dejando en evidencia la gravedad de sus acciones. Los hondureños, ahora más que nunca, están inconformes con Xiomara Castro y su «familión» que gobierna en medio de señalamientos que les vinculan con el narcotráfico y la corrupción.
La mandataria también señaló con un tono de desesperación que, aún faltan «dos años, bueno, menos de dos años ya» para concluir su mandato.
¿Se está hundiendo la presidencia bajo el peso de sus propias decisiones? La interrogante surge a debido a lo agotada que se le ve a la presidenta ante la verdadera carga que supone estar al mando.
La interrogante se cierne sobre Honduras: ¿Xiomara Castro podrá sobrevivir al caos que ella misma ha desatado en tan corto tiempo? Los ciudadanos, hartos y decepcionados, exigen respuestas y acciones concretas ante la lamentable situación que parece no tener fin.