Héctor Zelaya, el hijo mayor de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro, y secretario privado de la mandataria, ha sacado a relucir documentos expedidos por el Departamento de Estado de los Estados Unidos como sus armas defensoras en medio de las impactantes acusaciones en su contra.
Zelaya, recientemente vinculado con la planificación del asesinato de Julián Arístides González durante el juicio contra Juan Orlando Hernández, busca a toda costa probar su inocencia utilizando una Visa Diplomática y una licencia de conducir extendida por el gobierno estadounidense. Alega que estos documentos certifican su ausencia en Honduras durante el periodo en que se planificó el crimen.
La estrategia de defensa de Héctor Zelaya, sin embargo, enfrenta fuertes cuestionamientos. Pruebas testificales sugieren que la reunión clave para la planificación del asesinato tuvo lugar en 2008, contradiciendo la narrativa de Zelaya que sostiene que se encontraba en los Estados Unidos en 2009, basándose en los documentos gringos presentados.
Lo más intrigante de esta situación es la aparente contradicción entre la postura del gobierno de Xiomara Castro y la defensa de su propio hijo. Durante todo el mandato de Castro, se ha mantenido una postura de confrontación hacia los Estados Unidos, calificándolos de injerencistas e incluso refiriéndose a ellos como «el imperio». Sin embargo, Héctor Zelaya busca ahora apoyo y validación precisamente de la misma nación que el gobierno ha criticado vehementemente.
El giro paradójico de utilizar pruebas gringas como garantes de su inocencia agrega un elemento de controversia y desconcierto al ya tenso escenario político en Honduras. La defensa de Héctor Zelaya plantea interrogantes sobre la coherencia del gobierno de Castro y abre la puerta a especulaciones sobre los entresijos de la relación entre la familia presidencial y los Estados Unidos en medio de acusaciones tan serias como las que enfrenta el hijo mayor de la mandataria.