Durante la seccion anual del Parlamento Chino, tomara como tema principal el controversial tema de la Ley de Hong Kong. “Es el fin de Hong Kong”. Esta es, con diferencia, la frase más escuchada en la excolonia británica desde que Pekín puso en marcha sus engranajes para implementar en este territorio una controvertida ley de seguridad nacional. Su anuncio fue recibido con gran indignación e inquietud por los colectivos prodemocráticos –convencidos de que se usará para limitar sus libertades y acallar las voces críticas–, ciudadanos de a pie e incluso por la potente bolsa local, cuyo índice Hang Seng registró la mayor caída (un 5,6%) de los últimos cinco años.
El plan del Partido Comunista chino para imponer una ley de este tipo se interpreta como una toma de control directa sobre los asuntos internos de Hong Kong y un ataque a la yugular del principio “un país dos sistemas”, que otorga un mayor grado de autonomía al territorio desde su vuelta bajo soberanía china hace 23 años. “Confirma que el Hong Kong que conocemos ha desaparecido (…), con el PCCh determinando cuáles son sus leyes y cómo se harán cumplir”, analizó el influyente sinólogo Bill Bishop.
El borrador presentado ayer ante la Asamblea Nacional Popular establece un marco legal para “prevenir, detener y sancionar” cualquier acto “de traición, secesión, sedición, subversión” y otros comportamientos que pongan en peligro la seguridad nacional. Además, prohíbe la “actividad de fuerzas extranjeras y externas” que interfieran en los asuntos del territorio, una de las críticas más recurrentes de Pekín hacia Londres y Washington y a sus representantes en la región durante el último año de movilizaciones.