La investigación de la trama de corrupción en la petrolera estatal Petrobras ha movido los cimientos de la política brasileña y causado un vendaval en el campo empresarial, dejando entre rejas a algunos de los hombres más ricos de Brasil.
La operación en Petrobras ha caído como un jarro de agua fría sobre algunas de las principales compañías del país y ha puesto contra las cuerdas a importantes empresarios del gigante suramericano, abriendo la caja de truenos de la corrupción en Latinoamérica.
El caso Petrobras ha arrastrado con fuerza a las cinco mayores empresas de construcción civil de Brasil -Odebrecht, OAS, Andrade Guitiérres, Carmargo Correa, Queiroz Galvão- y ha alcanzado a algunos de sus principales dirigentes, arrastrándolos de la línea de frente de los negocios hasta la prisión.
Odebrecht, una de las constructoras más importante de América Latina, ha tenido un papel clave en la trama que durante una década operó en la estatal, según constató la Fiscalía, y ahora está dispuesta a pasar página y confesar cómo operó la red corrupta.
Su expresidente, Marcelo Odebrecht, ya ha sido condenado a 19 años y 4 meses de prisión por su implicación, lo que le ha llevado a firmar, junto con otros 76 exejecutivos de la compañía, una acuerdo de cooperación judicial que ya ha sido calificado por los medios locales como la «delación del fin del mundo».
Odebrecht, de 48 años y quien cumple pena en una prisión de Curitiba (sur) desde 2015, llegó a figurar ese mismo año entre los 20 mayores millonarios de Brasil con una fortuna de 13.100 millones de reales (unos 4.200 millones de dólares), pero salió de ella el año pasado en medio del terremoto judicial.
Quien sí continuó en la lista de personas más acaudaladas en 2016, a pesar de su detención en 2015, fue el banquero André Esteves, expresidente y fundador del BTG Pactual, acusado de prestar dinero al exsenador del Partido de los Trabajadores (PT) Delcidio Amaral para sobornar a testigos.
Su implicación en el caso también le tocó el bolsillo y su patrimonio se redujo unos 1.000 millones de dólares tras verse envuelto en el escándalo.
No obstante, a pesar de la reducción de su riqueza, el empresario de 48 años, una de las figuras más influyentes del mercado financiero y que actualmente se encuentra en libertad, continúa con una fortuna de más de 1.500 millones de dólares, según Forbes.
La última detención de un magnate brasileño se dio el pasado enero, cuando el que fuera el séptimo hombre más rico del mundo, Eike Batista, puso un pie en Bangú, una cárcel de Río de Janeiro donde también se encuentra el exgobernador del estado Sergio Cabral, con quien tejió negocios corruptos.
Batista, cuya fortuna llegó a sobrepasar en 2012 los 30.000 millones de dólares, pasó de tener un Lamborghini Aventador LP700-4 como objeto decorativo en la enorme sala de su casa a dormir en la litera de una celda de 15 metros cuadrados junto con otros presos.
Presumió durante años del lujo y llegó a expresar su deseo de convertirse en el empresario más acaudalado del mundo, pero sus sueños se derrumbaron junto con su imperio, que operaba en minería, petróleo, diamantes, energía, logística y hasta en la industria del entretenimiento.
La cárcel de la Policía Federal en Curitiba, ciudad convertida en epicentro de las investigaciones de Petrobras, es el nuevo hogar del expresidente de OAS José Adelmario Pinheiro, quien ya ha comenzado a negociar un acuerdo de cooperación judicial a cambio de una reducción de su pena.
Los expresidentes de Camargo Correa Dalton Avacini y de Andrade Gutiérrez Otávio Marques de Azevedo, por su parte, se encuentran en prisión domiciliar, mientras el de Queiroz Galvão Dario de Queiroz recurre a la condena en libertad.
Las investigaciones en Petrobras, iniciadas hace tres años, sacaron a la luz el pacto tácito firmado entre empresarios, políticos y ejecutivos de empresas estatales para sustentar una red corrupta que durante más de una década desvió miles de millones de los cofres públicos.-EFE