Donald Trump sigue firme en su guerra contra la «extrema izquierda» que dice estar protagonizando una campaña violenta en varias ciudades del país. El miércoles cumplió su amenaza de principios de semana y anunció el envío de tropas federales a urbes como Chicago y Alburquerque, gobernadas por alcaldes demócratas. En Portland, donde las manifestaciones contra la brutalidad policial llevan más de 50 días y la situación es tensa, la presencia de agentes del Departamento de Seguridad Nacional ha causado más violencia. El mismo alcalde de la ciudad fue víctima el miércoles por la noche de los gases lacrimógenos empleados por las fuerzas enviadas por Washington.
La decisión es parte de la estrategia política de Trump de cara a mantener vivas sus opciones de reelección. Su tímida condena a la muerte de George Floyd dio paso a un perfil de justiciero del pueblo. El republicano se autoproclamó como el presidente de «la ley y el orden» contra la violencia de «anarquistas» y «agitadores» por todo el país. El miércoles, acompañado por el fiscal general, William Barr, confirmó el envío de 200 agentes a Chicago tras destinar una cantidad similar a Kansas City (Missouri) ante el aumento de la criminalidad en los primeros seis meses del año. Avisó además de que ampliará la lista de ciudades en los próximos días.