Sin mayores sorpresas, el presidente venezolano Nicolás Maduro recobró el control de la Asamblea Nacional, que perdió hace cinco años contra la oposición, mientras dio señales de buscar mantenerse en el poder pese a los llamados internacionales para que impulse una transición.
El resultado electoral permitió a Maduro fortalecer su poder interno, que ha sido fundamental en los últimos años para enfrentar la crisis y las presiones de la oposición y la comunidad internacional para unas nuevas elecciones presidenciales que hoy lucen remotas.
El panorama para los sectores adversos al gobierno se vislumbra incierto, pues no está claro si el oficialismo cumplirá las amenazas que lanzó durante la campaña de emprender juicios contra el líder opositor Juan Guaidó y sus colegas. Tampoco está claro si la oposición, golpeada por divisiones y pérdida de apoyo, podrá capitalizar el descontento que hay contra Maduro y que según algunos analistas se plasmó en parte en la alta abstención que se registró la víspera.
Los resultados de las elecciones legislativas del domingo dieron al Partido Socialista Unidos de Venezuela (PSUV) y sus organizaciones aliadas 68,4% de los votos mientras que los partidos opositores disidentes lograron 21,67% , según el segundo boletín del Consejo Nacional Electoral.
De la lista nacional el PSUV obtuvo 48 escaños, los sectores opositores disidentes 9 y el Partido Comunista de Venezuela uno, precisaron las autoridades.
El jefe del comando oficialista, Jorge Rodríguez, dijo el lunes que las autoridades detectaron un “plan de graves consecuencias para la República” que motivó que se cambiara el centro de votación de Maduro y la primera dama Cilia Flores, quien se reeligió como diputada.
La abstención quedó en 69,5%, superando el 25,75% que se reportó en las legislativas de 2015 cuando participó la coalición opositora, pero quedó por debajo del registro de 2005 cuando la oposición también se ausentó de las votaciones y se dio una abstención de 74,74%.
Al respecto, el presidente de Diálogo Interamericano en Washington, Michael Shifter, expresó a The Associated Press que los resultados muestran una “realidad muy triste” porque evidencian que “la gran mayoría de los venezolanos no creen ni en el gobierno ni la oposición, están desanimados, cansados y haciendo todo lo posible por sobrevivir”.
Maduro, empero, calificó los resultados como una “tremenda y gigantesca victoria” del voto popular. Poco antes dijo que con la elección se sacaría una “Asamblea Nacional nefasta” y se iniciaría una “nueva era” de recuperación en Venezuela, que se encuentra sumida en una compleja crisis con una recesión que según estimaciones del Fondo Monetario Internacional podría alcanzar este año 25%, y una hiperinflación de cuatro dígitos.
Guaidó, quien llamó a un boicot en las elecciones alegando que no había condiciones democráticas y que el evento era un “fraude”, aprovechó la escasa participación para desestimar los resultados.
“La clave va ser, de nuevo, trasladar esto no solamente a la necesidad y querencia de cambio sino a la factibilidad inmediata del cambio”, dijo el lunes el también jefe de la Asamblea Nacional en conferencia de prensa, al asegurar que aprovecharán el creciente descontento para animar las presiones internas contra Maduro.
Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo de Lima, que integra Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica Ecuador, El Salvador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Santa Lucía, anunciaron el lunes que no reconocían los comicios.
Washington, estrecho aliado de la oposición, también rechazó las elecciones, que consideró como una “farsa”, y reafirmó en un comunicado del Departamento de Estado el reconocimiento de Guaidó como presidente interino de Venezuela y a la Asamblea Nacional de mayoría opositora.
En relación al papel que puede cumplir la comunidad internacional en esta etapa, el analista Félix Seijas, director de la encuestadora local Delphos, afirmó que su postura será fundamental debido a que de ello dependerá los próximos pasos que dará Maduro contra Guaidó y el resto de los diputados opositores que permanecen en el país.
Seijas dijo a The Associated Press que si el pronunciamiento de la comunidad internacional no es muy contundente “es posible que el gobierno sienta que el costo final de arremeter contra la oposición ha bajado” y de el paso para “terminar de pulverizarla”.
Sobre los riesgos que corre Maduro de seguir enfrentando a la comunidad internacional, los analistas estiman que se traducirá en el aumento de la presión y la continuidad de las sanciones que han representado un alto costo para las finanzas del gobierno, que ha tenido que recurrir a Rusia, China, Turquía e Irán para sortear la crisis.
Del lado de la oposición, la situación también es compleja. A pesar del desánimo, el electorado deberá participar —entre lunes y sábado— en una “consulta popular” que ha contado con poca difusión debido a que la mayoría de los medios locales los han censurado, denunciaron los organizadores.
En el referendo, promovido por organizaciones civiles y que no tiene validez, se le preguntará a los venezolanos si están a favor de exigir el “cese de la usurpación” de la presidencia de Maduro, sobre el rechazo de los comicios legislativos, y si ordenan ejercer gestiones en la comunidad internacional para rescatar la democracia y atender la crisis humanitaria.
La consulta se realizará por la aplicación Voatz, un portal de internet, el sistema de mensajería Telegram, y de manera presencial el 12 de diciembre.
Guaidó, quien ha sido reconocido como presidente interino de Venezuela por casi 60 países, anunció la víspera que la mayoría opositora de la Asamblea Nacional “seguirá en funciones para lograr elecciones presidenciales y parlamentarias libres”, y agregó que la permanencia en sus cargos la sustentarán en el “principio de continuidad constitucional”.
No está claro, empero, si la mayoría de los congresistas y toda la comunidad internacional, en particular la Unión Europea, respaldarán esa decisión.-AP