Primero fue Xiomara Castro la que, con gran entusiasmo, apareció en redes sociales anunciando un «gran logro» para el país: había llegado a un acuerdo con Donald Trump para que el Tratado de Extradición entre Honduras y Estados Unidos siguiera vigente. La Presidenta publicó, orgullosa: “Anuncio que he llegado a un acuerdo con la nueva administración de los Estados Unidos para que el Tratado de Extradición continúe”.

Sin embargo, minutos después el principal asesor presidencial, Manuel Zelaya, salió al paso para aclarar que no era su esposa quien había conseguido tal hazaña, sino Rixi Moncada. “Esta decisión se enmarca en la pasada visita de Rixi Moncada a Washington”, publicó Zelaya, como si una simple visita diplomática de alguien más pudiera cambiar la narrativa por completo.

Pero la historia no termina ahí. En una entrevista posterior, el canciller Enrique Reina, en un intento por poner claridad en todo este enredo, declaró que la Casa Blanca había mantenido comunicaciones directamente con Manuel Zelaya.
Ahora bien, lo más irónico de todo esto es que la decisión original de Xiomara Castro de eliminar el tratado de extradición fue, según muchos, tomada con la intención de proteger a su círculo más cercano, sobre todo a su cuñado, Carlos Zelaya. Un detalle no menor si se toma en cuenta que el exdiputado estaría bajo la mira de la justicia estadounidense. Entonces, ¿quién realmente entregó a Carlos Zelaya?
Sin duda, mantener el tratado de extradición vigente, mientras se intentaba proteger a familiares, es una jugada política que expone a más de uno.
En medio de tanto cambio de versiones y responsables, lo único claro es que la situación sigue siendo un juego de ajedrez donde las piezas más cercanas al poder pueden quedar en peligro. Pero claro, en política todo puede pasar… incluso cuando se hace un acuerdo para que nada cambie.