Pese a las advertencias de los versados en epidemiología en torno a la reproducción comunitaria e incontrolada del nuevo virus en Honduras, las autoridades encargadas de administrar la emergencia no parecen haber trazado las líneas de ataque en la etapa más álgida.
La preocupación central gira alrededor de las condiciones en que se encuentra la red de hospitales regionales y de centros de salud de las áreas rurales.
Porque las evaluaciones someras apuntan que de cada cien pruebas de diagnóstico de covid, más de cincuenta resultan positivas en las comunidades más populosas y la tendencia es hacia un ascenso indiscriminado.
Los estudios de este corte efectuados por los entendidos en infectología consideran que el crecimiento de los expedientes confirmados de covid, así como la velocidad a la que avanza la peste, son señales de que la emergencia tendrá ribetes trágicos en las zonas donde hasta ahora hubo un relativo control.
Pasados cinco meses desde que la plaga sentó sus reales en el país, los hospitales y establecimientos asistenciales de los sectores rurales están desfallecientes.
Las salas de emergencia tienen disponible un número limitado de camas, la casi totalidad de los hospitales tampoco cuentan con unidades de cuidados intensivos y, por adición, la planta de médicos, enfermeras y especialistas en áreas vitales es notablemente reducida.
En promedio, la ocupación de los hospitales públicos se mantiene entre 80 y 110 por ciento. Cabe resaltar que los hospitales de Olancho y La Paz sobrepasan su capacidad de atención de pacientes internos.
En Atlántida y Colón, el espacio hospitalario que ya está utilizado por los enfermos ingresados varía entre 85 y 89 por ciento, mientras que en Yoro, Valle y Cortés, los cupos dados a pacientes hospitalizados representan entre 80 y 82 por ciento.
Éste es el momento propicio para que el Gobierno fortalezca la capacidad de atención de la pandemia y que dé respuesta a las carencias que son muchas en el sistema hospitalario nacional, particularmente en la escala regional, puntualizan los expertos.
El tema de la práctica de pruebas es un capítulo aparte. La mora en el procesamiento y presentación de resultados es escandalosa en la población rural.
El Sistema de Gestión de Riesgos (Sinager), tiene cifrados más de 53,000 casos positivos a nivel nacional, una tasa de mortalidad de tres por cada diez contagiados y una relación de 15 recuperados por cada centenar de pacientes. Alrededor de un millar de personas están hospitalizadas, medio centenar de ellas en salas de cuidados intensivos.
Si fuesen aplicadas de manera masiva las pruebas rápidas y PCR de detección del nuevo virus, Honduras reportaría unos 200,000 casos confirmados, cuatro veces más que los registros oficiales, y el saldo mortal sería mucho más alto.