Un grupo de pobladores de los bordos el Pedregal, del departamento de Cortes abandonan sus viviendas por amenazas a muerte de grupos antisociales.
Los afectados rescataron lo poco que pudieron y están viviendo en la calle.
Obligando a las personas a huir de sus hogares y abandonar sus tierras es como las pandillas erradican a sus oponentes y establecen su dominio. Las casas abandonadas también sirven como señales de advertencia a posibles informantes, como zonas de amortiguamiento en territorios en disputa y como puntos de control estratégico.
En algunos casos, las familias hondureñas son forzadas a salir de las casas para que las pandillas puedan establecer una base para manejar drogas o controlar el tráfico en los vecindarios. Se sabe que las pandillas usan los hogares abandonados como casas locas, donde retienen, torturan, violan y matan a las víctimas de secuestro.