Durante el juicio contra el exmandatario Juan Orlando Hernández en la Corte del Distrito Sur de Nueva York, el expresidente de Honduras, Manuel Zelaya, se encuentra nuevamente en el epicentro de la polémica. El detonante: su nombre ha salido a relucir en conexiones turbias con el narcotráfico durante el testimonio de «El Contador», José Sánchez, el primer testigo en el juicio.
Según la explosiva declaración de Sánchez, Manuel Zelaya Rosales habría recibido financiamiento ilícito proveniente del narcotráfico para su campaña presidencial. Este señalamiento coloca al expresidente en una posición precaria, al ser vinculado directamente con actividades delictivas de gran envergadura.
Pero el escándalo no termina ahí. Fabio Lobo, quien se prevé será un testigo estrella en el juicio contra Juan Orlando Hernández, mencionó el nombre del hermano de Carlos Zelaya, actual Secretario del Congreso Nacional y cuñado de la presidenta de Honduras, Xiomara Castro. Estas revelaciones amenazan con desestabilizar el núcleo del poder político en el país centroamericano.
Manuel y Carlos Zelaya, lejos de acatar las acusaciones, se han atrincherado en el poder y utilizan canales oficiales para defenderse vehementemente. Carlos Zelaya, secretario del Congreso Nacional, desafiantemente declaró que si no sufrieron consecuencias cuando estaban en la llanura, mucho menos lo harán ahora que detentan el poder. Una postura que, sin duda, agrega leña al fuego de la controversia.
Ante la gravedad de los señalamientos que involucran a la familia presidencial en posibles vínculos con el narcotráfico, voces desde Casa Presidencial sugieren detener las extradiciones. Gilberto Ríos, uno de los principales asesores en comunicaciones del gobierno de Xiomara Castro, afirmó que en Honduras deberían ser juzgados todos los narcotraficantes y criminales del país, desafiando la extradición a Estados Unidos.
El escándalo parece estar lejos de calmarse, y la sombra de la corrupción y el narcotráfico se cierne sobre el poder hondureño, desencadenando una crisis sin precedentes en el país. La incertidumbre y la tensión política escalan mientras el juicio en Nueva York continúa destapando los oscuros secretos de la élite política hondureña.