Tras ingresar a los libros de récords el año pasado como el primer ministro con más tiempo en el cargo en Israel, Benjamin Netanyahu volverá a hacer historia cuando se convierta en el primer gobernante del país en ser enjuiciado mientras ocupa el puesto.
Rodeado por sus guardias de seguridad, Netanyahu deberá acudir el domingo a la corte del distrito de Jerusalén para la lectura de cargos. La asombrosa escena empuja a Israel a un territorio político y legal no recorrido antes, lanzando un proceso que pudiera generar el final de la carrera de un líder que ha sido invencible en las urnas durante más de una década.
Netanyahu está acusado de fraude, violación de la confianza pública y aceptar sobornos en una serie de casos. Se le acusa de aceptar regalos costosos, como cajas de champán y cigarros, de amigos ricos y ofrecer favores a empresarios de los medios a cambio de coberturas de prensa favorables para él y su familia.
En la causa más grave, está acusado de promover una legislación que resultó en cientos de millones de dólares en ganancias para el dueño de una importante compañía de telecomunicaciones, quien mientras tanto ejercía tras bambalinas influencia editorial en el popular portal noticioso de la compañía.
Netanyahu ha negado los cargos, diciendo que es víctima de “un intento de golpe” por parte de una policía excesivamente agresiva, fiscales prejuiciados y una prensa hostil.
“Es el clásico argumento del estado profundo”, afirmó Gayil Talshir, experta en ciencias políticas en la Universidad Hebrea de Israel. Netanyahu asegura que “un movimiento no electo está tratando de sacarlo del poder simplemente porque él representa la derecha”, dijo.
Netanyahu no es el primer líder israelí en ser enjuiciado. El expremier Ehud Olmert y el expresidente Moshe Katsav estuvieron encarcelados en la década de 2010: Olmert por corrupción y Katsav por violación, pero ambos renunciaron a sus puestos para enfrentar los cargos.
Como líder de la oposición en 2008, Netanyahu dirigió los llamados para que Olmert dejara el puesto, cuando célebremente señaló que un líder que estaba “hasta el cuello” en problemas legales no era quién para gobernar un país.
Pero conforme las investigaciones se han acumulado, culminando con su imputación en noviembre, Netanyahu ha cambiado su tono. Negó los llamados a que renunciara mientras reiteradamente criticaba al sistema legal del país.
Entre sus objetivos favoritos han estado el exjefe de policía y el actual secretario de justicia — ambos designados por Netanyahu — y la Corte Suprema del país. El secretario de justicia Avichai Mandelblit recientemente presentó una denuncia a la policía por amenazas anónimas enviadas a su celular.
Las denuncias conspiratorias de que es una víctima de Netanyahu han sido bien recibidas en su base de partidarios religiosos y nacionalistas. Pero no está claro si se mantendrán en la corte dada la falta de evidencia.
En el tribunal, los argumentos locales más probablemente se enfoquen en sus afirmaciones de que sus regalos son muestras genuinas de afecto de amigos cercanos que nunca han recibido nada a cambio de favores de los que está acusado de ofrecer.
Se espera que el caso se demore varios años, dada la gran cantidad de testigos y documentos que se prevé serán presentados.
Netanyahu ha hecho todo lo que ha podido para evitar este momento. Durante una investigación de tres años, que se demoró por los viajes al extranjero de Netanyahu y las ocasionales crisis de seguridad, reiteradamente afirmó que los investigadores “no encontrarán nada, porque no hay nada”.