El vocero de la Misión de Apoyo Contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras, que depende de la Organización de Estados Americanos (MACCIH-OEA), Luiz Antonio Marrey Guimarães, recomendó a los hondureños que no «desistan» en su lucha «de pedir el fin de la corrupción» en su país.
En entrevista con Efe en Tegucigalpa antes de cesar en el cargo después de un año y regresar a su natal Brasil, Marrey Guimarães también tuvo palabras para los corruptos en Honduras: «Que paren ese corromper, que no acepten corrupción, que tienen que cambiar su país, que se pongan la mano en la conciencia para un país que tiene dificultades financieras».
«Basta ya de corrupción, como han dicho los obispos», resaltó el diplomático, quien considera que la «única forma» de combatir la corruptela «es trabajar la prevención» y combatir la burocracia, «porque muchas veces la oportunidad de la corrupción surge de diligencias burocráticas absurdas».
Se debe educar al pueblo y convencerlo «de no desistir en esta lucha, porque si le falta presupuesto para muchas cosas, una parte de este presupuesto esta en el bolsillo de algún ciudadano corrupto, esto tiene que cesar», indicó el vocero de la MACCIH, quien llegó al cargo tras la salida del peruano Juan Jiménez, quien renunció por diferencias con el secretario general de la OEA, Luis Almagro.
Marrey Guimarães considera que el trabajo de la MACCIH-OEA en Honduras «no es fácil» porque debe mantenerse dentro del límite del acuerdo aprobado en 2016 por el Parlamento, lo que significa que no sustituye a las instituciones hondureñas sino que les ayuda a perfeccionarlas, «a ser más fuertes e independientes», un objetivo que aún está lejos.
Sin embargo, aseguró que se ha avanzado de forma importante en la lucha contra la corrupción y recalcó que «hoy en Honduras los corruptos no se pueden considerar tranquilos».
Antes hubo momentos en los que la impunidad era tan grande que los corruptos no tenían el cuidado de ocultarse, como parte de un fenómeno que el vocero de la MACCIHOEA denomina «corrupción a cielo abierto».
Pero eso ha comenzado a cambiar con la lucha que se ha emprendido con la MACCIHOEA, y aunque se está lejos de acabar con ese flagelo, «hoy se sabe que si la persona lo hace, y si hay pruebas, la posibilidad de abrir una investigación, una persecución penal, existe».
Si la corrupción en Honduras no fuera tan grande, entonces no habrían las marchas de las antorchas que los viernes salen a las calles a exigir que cese y que generaron la decisión de que el país ahora tenga la MACCIH-OEA, indicó el funcionario.
En su opinión, Honduras tiene que encontrar otro modelo para hacer las cosas, lo que no es fácil en un país en el que así como hay políticos y otros sectores «serios y honestos», también «puede haber políticos, funcionarios y empresarios corruptos».
«Puede haber de toda gente, pero también hay mucha gente seria que quiere cambiar su país, entonces la Misión está haciendo este esfuerzo de ayudar a las instituciones hondureñas, no se trata de sustituirlas, son los hondureños los que tienen que cambiar eso», dijo Marrey Guimarães, quien concluirá su período el 30 de junio.
La clase política hondureña siempre ha sido salpicada por la corrupción, lo que se ha puesto en evidencia con algunos casos denunciados por la MACCIH-OEA en coordinación con el Ministerio Público.
En algunos de esos casos están implicados diputados del Parlamento, funcionarios del presente y pasados gobiernos, incluso el expresidente Porfirio Lobo (2010-2014), lo mismo que su esposa, Rosa Elena Bonilla, quien está presa desde el 28 de febrero de 2018 por presuntos abusos cuando fue primera dama.
A los diputados también se les ha cuestionado este año por promover una iniciativa de reducir los años por el delito de corrupción, en un país donde ese flagelo, según diversos sectores, es causante en gran medida de la pobreza que afecta a más del 60 % de los 9 millones de hondureños.
Sobre el hecho de que se promueva reducir las penas a los corruptos, Marrey Guimarães señaló que las instituciones, «más allá de la autoridad formal, no pueden perder la autoridad moral».
Reducir las penas de los crímenes por corrupción precisamente cuando se ha emprendido una lucha en contra de esa lacra envía «un mensaje que no ayuda a la imagen de la institución», argumentó.
Sobre si es posible sanear la corrupción en la clase política hondureña, el vocero de la MACCIH-OEA indicó que «no hay milagros en esta situación».
«Cualquier sociedad va a tener una mayoría de gente seria, trabajadora y honesta, pero también va a tener gente que quiere practicar ese crimen (corrupción), eso depende mucho de la educación de la gente».-EFE