En Honduras, los monigotes de este año se han convertido en una poderosa expresión de descontento y protesta popular, especialmente tras el impacto del narcovideo que ha marcado un antes y un después en la sociedad. Estos monigotes, figuras tradicionales que representan a líderes políticos, han sido confeccionados como símbolos de la indignación de los hondureños, quienes no olvidan el escándalo.
Entre las figuras más representadas están Xiomara Castro, Manuel Zelaya y Carlos Zelaya, cuyos rostros fueron elegidos por la población para reflejar el descontento con la gestión política actual y pasada. Una de las frases más recurrentes en estos monigotes es: «la mitad es para el comandante», una clara referencia a las denuncias surgidas a raíz del video, el cual ha sido centro de debate y rechazo.
A pesar de los esfuerzos del gobierno y las encuestas pagadas que buscan suavizar la percepción pública, la memoria colectiva sigue viva. Los monigotes, además de ser una tradición en la víspera del Año Nuevo, se han convertido en un acto de resistencia frente a lo que muchos consideran intentos de manipulación y olvido.
Así, en este fin de año, los hondureños no solo celebran el inicio de un nuevo ciclo, sino que también mantienen vivas sus demandas de justicia y transparencia en el contexto político del país.