Irán y seis potencias internacionales lograron este martes en Viena un acuerdo que limita el programa nuclear iraní a cambio de un levantamiento de las sanciones. Además de poner fin a 35 años de enfrentamiento entre Washington y Teherán, el acuerdo puede reconfigurar los equilibrios geopolíticos en una región sacudida por la violencia extremista.
«Hemos frenado la expansión de las armas nucleares en Oriente Próximo», dijo en Washington Obama. «Este acuerdo nos ofrece la oportunidad de avanzar en una nueva dirección. Deberíamos aprovecharla».
El régimen de los ayatolás preserva la capacidad de producir energía nuclear y se legitima en el concierto de las naciones. El presidente de EE UU, Barack Obama, frena el acceso de los iraníes a la bomba atómica y gana su apuesta internacional más arriesgada desde que en 2009 llegó a la Casa Blanca. El primer resultado puede ser una mayor cooperación frente a los yihadistas del Estado Islámico.
Hasán Rohaní, el presidente iraní escribió en Twitter, que “el acuerdo muestra que el diálogo constructivo funciona”. Una vez resuelta esta crisis innecesaria emergen nuevos horizontes para centrarnos en desafíos compartidos.
El acuerdo, por su alcance regional, es equiparable al de Camp David en 1978, que selló la paz entre Egipto e Israel. También puede compararse con la reconciliación entre Estados Unidos y otro enemigo histórico, China, en 1972.
Hasta hace pocos años, Irán era para el Gobierno de EE UU un miembro del “eje del mal”. El programa nuclear, desvelado a principios de la década pasada, agravó las tensiones. Para Irán, EE UU era el Gran Satán.
En Viena ha ocurrido lo que hasta hace poco era inimaginable: ver a dos enemigos no solo hablando en la misma mesa, sino llegando a una posición común. Han hecho falta casi dos años de negociaciones, decenas de reuniones cara a cara entre el secretario de Estado, John Kerry, y el ministro iraní de Exteriores, Javad Zarif, repetidos plazos incumplidos y un esfuerzo final de más de dos semanas en un palacete austrohúngaro de Viena, con tensiones y nervios, gritos y amenazas de portazos.
El acuerdo frena, aunque sea temporalmente, la proliferación nuclear en una de las regiones más inestables del planeta. La ONU se asegurará de que los iraníes reducen su capacidad para enriquecer uranio y plutonio —combustible necesario para fabricar la bomba— mediante un régimen de inspecciones intensivo. Irán logra desprenderse de las mayores sanciones que ningún país soporte hoy, sanciones que lo aislaron internacionalmente y ahogaron su economía.
Al verse librado de las sanciones y establecer un canal de diálogo al rango más alto con Estados Unidos, Irán da un paso para abandonar su situación de Estado paria. Tanto el secretario de Estado, John Kerry, como su homólogo iraní, Javad Zarif, han expresado la esperanza en que el acuerdo de Viena ayude a ambos países a concentrarse en la amenaza común del Estado Islámico, los yihadistas suníes que en el último año han conquistado amplios territorios en Siria e Irak.