Sin embargo, la catracha se encuentra contra la espada y la pared debido a las nuevas leyes del país norteamericano, específicamente la CBP-ONE, que solo permite ingresar a mayores de edad al territorio estadounidense, por lo que tendría que dejar a sus hijos en un albergue en Reynosa, México.
Entre lágrimas, la catracha, que el viaje lo emprendió junto a sus tres hijos y esposo, Víctor Rodas; una vez en suelo mexicano se reunieron en la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza para solicitar el asilo político en Estados Unidos.
Para su sorpresa, solo Víctor fue beneficiado con el asilo y cruzó la frontera; según les explicaron los registros son individuales y por ese motivo ellos no obtuvieron la aprobación.
Tras regresar al asilo, nuevamente hizo el trámite y obtuvo una cita, donde le dijeron que ella puede cruzar al territorio estadounidense pero que sus hijos deben quedarse en México o regresar a Honduras.
«Me dicen que deje a los niños, que es más fácil que ellos entren si los papás están ya arreglados, pero no tengo corazón para dejarlos, no tengo familia aquí y no pienso dejarlos en la calle»
Monroy perdió su oportunidad de ser recibida en Estados Unidos y ahora debe esperar para aplicar para obtener otra cita.