AFP.- Los cadáveres dentro de bolsas negras sobre camillas en el estatal Hospital Escuela son una señal de la saturación a la que han llegado los sanatorios hondureños, desbordados por pacientes de covid-19, muchos de los cuales solo llegan a morir.
El presidente del sindicato de base del estatal Hospital Escuela, Mauricio Corrales, lamentó que los cuerpos se acumulan «por montones» en ese centro asistencial de Tegucigalpa.
El sindicalista hizo circular en las redes sociales un video en el que se ven 16 cadáveres en bolsas negras colocados sobre camillas en los pasillos del centro.
Las autoridades instalaron carpas para atender a los pacientes de ese hospital porque daban a basto.
Corrales se quejó también por la falta de material de bioseguridad para el personal del centro.
«De 3.000 empleados, 56 han dado positivos, no tenemos equipos adecuados de bioseguridad, nos dan mascarillas que duran cuatro horas, el turno es de ocho y nos obligan a hacer doble turno», denunció.
– Morgue descompuesta –
«Y la morgue (del Hospital Escuela) no sirve, hay descomposición de cadáveres», alertó Corrales. «La morgue está inerte, no sirven los congeladores en ninguno de los 18 espacios (nichos) del principal centro asistencial del país», deploró el sindicalista.
Las cifras oficiales reportan más de 13.000 enfermos y unos 400 muertos en el país. Sin embargo, el secretario de la asociación de funerarias, Jesús Morán, dice que «esa cantidad hay que multiplicarla por cinco, son más de 50.000».
En la capital, militares salen todos días de los hospitales en patrullas todo terreno custodiando los cuerpos hacia los cementerios en las afueras de la ciudad. Los soldados solo permiten que unos pocos asistan el entierro, los demás se apostan afuera del camposanto.
En el norte del país, las autoridades trasladan «entre diez y doce cadáveres» cada noche en remolques para ser enterrados, aseguró Morán en entrevista telefónica con la AFP desde San Pedro Sula, la segunda ciudad de Honduras, 180 km al norte de la capital, y epicentro de la pandemia.
– Mueren en las casas –
El presidente de la asociación de funerarias, Edwin Lanza, afirma que en la capital mucha gente muere en sus casas.
«Mueren con dolores en el pecho» y las autoridades «los registran como [muertos] sospechosos de covid-19, sin hacerles las pruebas», denunció.
«En los últimos días las ventas aumentaron un 80%», afirma Lanza, dueño de una pequeña fábrica de ataúdes en El Pedregalito, oeste de Tegucigalpa.
«Acertamos en que se iba a desbordar esto, que la gente moriría hasta en las casas», subrayó Lanza. «Esto va a empeorar porque no hemos llegado a la parte más alta de la curva», vaticina.
Lanza alerta que, según el protocolo del gobierno, el cuerpo debe ser embaladado en tres bolsas de plástico descontaminadas y el ataúd debe ir en otra bolsa para evitar los contagios, pero la mayoría no cumple ese requerimiento y los entierros son focos de contagio.
«Estamos viendo una situación preocupante porque todos nos podemos contagiar, no es asunto de negocio (…) no damos a basto para servir a toda la comunidad. El gobierno va a tener que apoyar más a las familias», aboga Graciela Martínez, administradora de una funeraria de la capital.
La cifra de muertos por la COVID-19 en Honduras ascendió este martes a 405, mientras que los contagios a 13.943, informó el estatal Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager) en cadena nacional de radio y televisión.
De 1.353 pruebas de laboratorio PCR, 587 dieron positivo, indicó el Sinager, que además registró diez nuevos decesos, con los que ya suman 405 a nivel nacional, desde marzo, cuando se confirmaron los primeros casos de contagios con la mortal enfermedad.
El organismo señaló que de los nuevos 587 casos de contagios, 275 corresponden al departamento de Cortés, en el norte del país, en tanto que 145 a Francisco Morazán,