El gobierno de la presidenta Xiomara Castro ha invocado la intervención del Departamento de Estado de los Estados Unidos para exonerar a su hijo, Héctor Zelaya, de graves acusaciones relacionadas con un presunto plan para asesinar a Julián Arístides González.
Las acusaciones surgieron en el marco del juicio contra Juan Orlando Hernández, donde el nombre de Héctor Zelaya fue mencionado en conexión con la planificación del asesinato. La respuesta del gobierno no ha sido otra que apelar al Departamento de Estado de los Estados Unidos, una entidad que la misma administración ha criticado vehementemente por su supuesta injerencia imperialista.
El Canciller Enrique Reina, en un acto de cinismo que ha dejado atónitos a muchos, publicó una supuesta aclaración en la que pretende establecer la coartada de Héctor Zelaya. Según Reina, el hijo de la presidenta no podría haber participado en la planificación del asesinato, ya que se encontraba en la Embajada de Honduras en Washington, luchando contra el golpe desde julio de 2009 hasta febrero de 2010.
«Es materialmente imposible desde cualquier punto de vista. Héctor se encontraba apoyándonos en la Embajada de Honduras en Washington», afirmó Reina. «El Departamento de Estado puede constatar esos datos», agregó, buscando respaldo de la misma entidad que ha sido objeto de críticas y acusaciones por parte del gobierno hondureño.
La ironía no se pierde al recordar que el gobierno de Xiomara Castro se ha mantenido en una postura confrontativa hacia los Estados Unidos, catalogándolos como un gobierno injerencista e incluso tildándolos de «imperio». Resulta paradójico que ahora el mismo gobierno, en un acto desesperado por limpiar la imagen de uno de los suyos, busque la validación del país al que tanto ha criticado.