La presidenta Xiomara Castro reiteró este viernes su discurso contra los opositores políticos y defendió las acciones de su gobierno. Durante la inauguración de un tramo del bulevar en Comayagua, en el que se invirtieron 70 millones de lempiras, la mandataria afirmó que su administración ha hecho más en tres años que lo logrado durante los 12 años de gobiernos nacionalistas. Sin embargo, evitó pronunciarse sobre las recientes designaciones de corrupción que involucran a miembros de su partido, Libertad y Refundación (Libre).
Mientras la presidenta enfatizaba en su discurso que “no nos comparen, no somos iguales”, el Departamento de Estado de Estados Unidos incluía en su lista Engel al exministro nacionalista Ebal Díaz, así como a dos militantes de Libre: la magistrada Sonia Marlina Dubón y la abogada Lourdes Pamela Blanco Luque, esposa del secretario de Gobernación, Tomás Vaquero. Este hecho dejó en evidencia el doble estándar del gobierno al criticar a la oposición mientras guarda silencio ante los señalamientos contra sus propios aliados.
En su intervención, Castro se mostró irritada al criticar a los medios de comunicación por dar espacio a voces opositoras, a quienes calificó como los responsables de las condiciones actuales del país. “Imagínense quiénes son los entrevistados, los que corrompieron este país, los que nos tienen en las condiciones en que estamos”, expresó, señalando que estos mismos personajes buscan nuevamente el voto del pueblo hondureño.
Aunque la presidenta subrayó que su gobierno está marcando la diferencia “hasta en los rincones más inhóspitos”, su discurso omite abordar temas clave como los elevados índices de pobreza, la deuda social que reconoce pero no explica cómo piensa resolver, y ahora, los escándalos de corrupción que involucran a figuras cercanas a su administración.
La estrategia de la mandataria parece centrarse en comparar su gestión con la de administraciones pasadas, una retórica que, aunque apela al rechazo generalizado contra los nacionalistas, deja poco espacio para rendir cuentas sobre las promesas incumplidas y los problemas estructurales que persisten.
Mientras tanto, el pueblo hondureño enfrenta una realidad donde las excusas y la evasión de responsabilidades no resuelven los desafíos diarios. La falta de autocrítica y la ausencia de propuestas claras para superar las dificultades actuales generan más dudas que confianza en el rumbo que el gobierno asegura estar marcando.