La reciente gira del vicesecretario de Estado de Estados Unidos, Christopher Landau, por México, El Salvador y Guatemala ha puesto en evidencia el aislamiento diplomático de Honduras, que no fue incluida en la agenda oficial del alto funcionario estadounidense.
Durante su visita, Landau abordó temas prioritarios para la región como la migración, la seguridad, el desarrollo económico y el avance de la influencia de China, estableciendo compromisos concretos con los gobiernos de los países visitados, incluyendo alianzas público-privadas y propuestas de inversión sostenible.
Sin embargo, la ausencia de Honduras en este recorrido ha generado preocupación y críticas, pues deja entrever que el país ha perdido protagonismo en la agenda regional de Estados Unidos. Mientras sus vecinos refuerzan vínculos estratégicos y proyectan estabilidad, Honduras permanece sin proyectos visibles ni una política exterior activa.
Un encuentro informal y pocas respuestas
El canciller hondureño, Efraín Bu Girón, intentó minimizar la exclusión al asegurar que conversó “por varios minutos” con Landau durante una cena en Washington. No obstante, su declaración fue interpretada por analistas como una señal de la débil articulación diplomática del gobierno, en contraste con la interlocución formal que otros países del istmo están cultivando con la Casa Blanca.
“No se trata de cenas, sino de resultados”, expresó un exfuncionario de relaciones exteriores, señalando que Honduras carece de una estrategia clara en política internacional, lo que la deja al margen de las decisiones que impactan directamente en el futuro económico y social de la región.
Corrupción, el gran obstáculo
En su paso por Centroamérica, Landau fue enfático en señalar que la corrupción continúa siendo uno de los principales frenos para la inversión estadounidense. “Nadie quiere invertir donde hay corrupción”, afirmó, subrayando que la estabilidad institucional y la transparencia son condiciones indispensables para cualquier compromiso económico.
Sus declaraciones representan una crítica indirecta —pero contundente— para Honduras, donde los esfuerzos contra la corrupción han sido inconclusos, politizados o diluidos, mientras se promueven megaproyectos sin estudios técnicos ni calendarios, como el Ferrocarril Interoceánico, que ha sido mencionado sin detalles por el propio canciller.
China y la desconfianza estadounidense
Landau también expresó preocupación por el avance de la presencia china en la región, dejando claro que Estados Unidos busca fortalecer su influencia mediante oportunidades reales de inversión, pero solo en entornos confiables y con reglas claras.
En ese contexto, la no inclusión de Honduras en la gira puede interpretarse como una señal de desconfianza política y un llamado de atención: Washington no está dispuesto a negociar ni apoyar a gobiernos que no garanticen condiciones mínimas de transparencia y seguridad jurídica.
Un país fuera del radar
La gira concluyó con acuerdos y propuestas tangibles para los países visitados. En contraste, Honduras permanece a la espera de ser tomada en cuenta, más aferrada a gestos protocolares que a acciones diplomáticas estructuradas. Sin estrategia, sin iniciativas claras y sin avances en áreas clave como seguridad jurídica y combate a la corrupción, el país corre el riesgo de seguir perdiendo relevancia en la región.
La exclusión de Honduras no fue un olvido: fue un mensaje claro. En el nuevo orden geopolítico, la diplomacia reactiva ya no basta. Y en esa carrera, Honduras parece haber quedado rezagada.