Europa superó este sábado la cifra de 20.000 muertos causados por el nuevo coronavirus y España registró 832 defunciones en un día, un triste récord en medio de tensiones por la falta de material para los que pelean contra la pandemia.
China, por su parte, intentaba volver lentamente a la normalidad con la llegada de un tren a la ciudad de Wuhan, donde se detectó en diciembre el covid-19, y que desde hace más de 60 días ha vivido prácticamente aislada del mundo.
Mientras los científicos lanzan estudios y buscan denodadamente algún paliativo a la pandemia, el confinamiento es por el momento la medida más drástica a disposición de los gobiernos para frenar la expansión del nuevo coronavirus. Cerca de la mitad de la población mundial, más de 3.000 millones de personas, está sometida a algún tipo de aislamiento.
Rusia cerrará totalmente sus fronteras terrestres, a partir del lunes, después de haber suspendido casi todas las conexiones aéreas esta semana.
Paraguay extendió el confinamiento hasta el 12 de abril.
En México y Brasil, dos países que han resistido hasta el último momento la idea de decretar el encierro de su población, la presión aumenta.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, incitó a los mexicanos a «quedarse en casa».
«Ayúdenos también a guardar la sana distancia y que haya higiene», expresó López Obrador en un mensaje difundido la noche del viernes.
México informó de 7.171 casos positivos de COVID-19, y 12 fallecidos. En 24 horas aumentó el número de casos en 132.
Por su parte, un tribunal federal de Rio de Janeiro prohibió al gobierno brasileño difundir propaganda contra medidas de aislamiento. El presidente, Jairo Bolsonaro, insiste en que el país no debe abandonar la normalidad, y ha calificado al COVID-19 de «gripecita».
Hay países que según sus ciudadanos pecan de inacción, como Nicaragua, donde gran parte de la población ha decidido autoconfinarse y cree que el gobierno, que sólo ha confirmado cuatro contagios, está ocultando información.
– Solidaridad y desavenencias en Europa –
Europa ya se convirtió en el continente más afectado por esta enfermedad que afecta en gran medida a la tercera edad. El nuevo coronavirus ya ha matado a 20.059 personas en la región, más de dos tercios del total mundial. Italia, con más de 10.000 muertes, y España, con 5.690, son los más castigados.
El gobierno español informó de la muerte de 832 personas en las últimas 24 horas, un récord, después de que Italia batiera su propio registro la víspera, con casi 1.000 muertos.
«La enfermedad se está estabilizando», insistió Fernando Simón, director del centro de emergencias sanitarias, dependiente del ministerio de Sanidad.
Según cálculos de la AFP con base en cifras oficiales, más de 600.000 personas se han infectado con el nuevo coronavirus en el mundo.
Los expertos en todo el mundo escrutan cada día las curvas de casos. El declive de contagios en un país es la pista que puede indicar que las medidas de contención empiezan a surtir efecto.
A la falta de buenas noticias, se suma el desgaste entre el personal médico. En España, las autoridades calculan que hay 10.000 contagiados de coronavirus entre el personal sanitario.
El gobierno envió un avión militar a recoger equipos de test rápidos a China, que también ha suministrado, con polémicas sobre la calidad del material, mascarillas y otros materiales.
«Esto es un tsunami total», dice a AFP Pablo Rodríguez, un radiólogo del madrileño Hospital de la Princesa.
«Hay mucho desabastecimiento de todo y hace falta mucho trabajo para conseguir cosas tan simples como guantes, termómetros, paracetamol o geles», explicaba en una entrevista con la AFP Toni Dovale, jugador de fútbol español y farmacéutico, que cambió el balón por la bata blanca ante el avance de la pandemia.
Francia, que reconoció que está «todavía al comienzo» de la pandemia, ha mandado enfermos graves a Alemania, que también ha acogido a italianos.
La solidaridad se ejerce por un lado, pero los gobiernos europeos forcejean también sobre cómo hay que asumir la enorme factura del cierre casi total de sus economías, del aumento del desempleo, de la amenaza para sus empresas vitales.
El germen de la división «ha vuelto» a la UE, dijo a la AFP el sábado el antiguo presidente de la Comisión Europea, el francés Jacques Delors.
«¿Queremos estar a la altura de este desafío? Entonces lancemos un gran plan» que apoye y relance la economía europea en su totalidad, pidió el sábado el primer ministro italiano, Giuseppe Conte.
Alemania y Holanda rechazan sin embargo la idea de lanzar «coronabonos», es decir, mutualizar la deuda que va a generar este desafío.
Los líderes europeos, que mantuvieron una tensa reunión por videoconferencia el jueves, se reunirán de nuevo en dos semanas.
– Un tren para en Wuhan –
En China, la ciudad de Wuhan, donde surgió el patógeno en diciembre, sale poco a poco de su confinamiento.
Este sábado, un tren paró en Wuhan por primera vez desde el inicio de la pandemia. Hasta ahora, nadie podía ingresar en la ciudad, salvo personal médico y trabajadores encargados de suministrar bienes de primera necesidad.
«Mi hija y yo estábamos emocionadas cuando el tren se acercó» a Wuhan, explicaba una mujer de 36 años, que prefirió no dar su nombre.
Debido al confinamiento, no veía a su marido desde hacía diez semanas. Cuando su hija lo vio, «corrió hacia su padre y yo no pude evitar llorar», relataba a la AFP. Los recién llegados son sometidos a estrictos controles sanitarios.
«Mi hija y yo estábamos emocionadas cuando el tren se acercó» a Wuhan, explicaba una mujer de 36 años, que prefirió no dar su nombre.
Debido al confinamiento, no veía a su marido desde hacía diez semanas. Cuando su hija lo vio, «corrió hacia su padre y yo no pude evitar llorar», relataba a la AFP. Los recién llegados son sometidos a estrictos controles sanitarios.
– Sin abrazos frente al miedo –
El confinamiento también tiene un impacto psicológico, aumenta la depresión, la ansiedad y otros problemas de salud mental, según la Cruz Roja. «Incluso en zonas de conflicto, podemos abrazarnos cuando tenemos miedo. Lo terrible de esto es la falta de contacto físico», comentó un directivo.
«Lo más duro era la noche, no podía dormir, la angustia invadía la habitación. Por el día, pasaban los médicos, el personal de limpieza, los que distribuían la comida. Por la noche, llegaban las pesadillas, la muerte merodeaba», declaró Fabio Biferali, un cardiólogo romano de 65 años que pasó ocho días «aislado del mundo» en una unidad de cuidados intensivos.-AFP