De manera insólita, la Secretaria de Estado en los Despachos de Defensa, Rixi Moncada, y el Jefe de las Fuerzas Armadas, Roosevelt Hernández, han optado por realizar un recorrido por altamar para instalar radares con el fin de combatir el narcotráfico en la región de Caratasca. Esta acción, aunque parece un esfuerzo por mejorar la seguridad, contrasta notablemente con la cruda realidad que enfrenta el país.
Es evidente que las autoridades conocen a la perfección la situación en tierra firme, donde narcotraficantes operan sin restricciones y, en muchos casos, son incluso identificados en narcovideos que han circulado públicamente. La decisión de buscar el crimen en altamar resulta, cuando menos, desconcertante. ¿Por qué invertir recursos y esfuerzos en una estrategia que ignora el problema más evidente y palpable que enfrenta la sociedad hondureña?
Mientras las imágenes de funcionarios y narcotraficantes se entrelazan en esos videos, el gobierno parece desviar la atención hacia el mar, como si la instalación de radares pudiera ocultar su inacción frente a un problema que está a la vista de todos. Este enfoque no solo es ineficaz, sino que también refleja una falta de compromiso con la lucha contra el narcotráfico y la seguridad ciudadana.