En un conversatorio en el que participó el Presidente Juan Orlando Hernández llevado a cabo en la sede del Instituto Brookings ubicada en Washington, capital de Estados Unidos, el mandatario se llevó una bofetada al romperse el cerco mediático de su gobierno.
Cristian Sánchez, un empresario de la construcción que emigró a Washington hace dieciocho años por la corrupción y que se autodefinió como un “indigestado” por esa situación en Honduras, le consultó al Presidente “¿con qué dignidad vienen aquí ustedes a pedirnos a nosotros que contribuyamos con ustedes cuando ya se sabe que la corrupción está dentro de dos partidos políticos tradicionales que es el nacional y el liberal y obviamente que son familias emparentadas?”.
Hernández fue incapaz de responder con argumentos válidos y mientras el hondureño le formulaba la pregunta, en ningún momento le pudo dirigir la mirada.
Al finalizar su contestación, Juan Orlando Hernández tomó un vaso con agua y la bebió con amargura.