El ataúd del Papa Francisco sella el último adiós en una ceremonia privada

El viernes 25 de abril, el ataúd del Papa Francisco fue sellado en una ceremonia privada y no televisada, realizada en la Basílica de San Pedro. Este emotivo acto marcó el cierre de tres días de despedidas, durante los cuales más de 250.000 personas se acercaron a la capilla ardiente del pontífice. La capilla fue instalada bajo el histórico baldaquín de Bernini, un lugar emblemático del Vaticano, para rendir homenaje al papa que vino “del fin del mundo”, como se ha referido a él la comunidad católica.

Francisco falleció el 21 de abril a los 88 años de edad, y desde entonces miles de fieles, peregrinos, turistas y líderes políticos se han congregado en el Vaticano para dar su último adiós. El día de hoy se selló definitivamente el ataúd del pontífice, mientras se preparan los últimos detalles para el traslado de sus restos. Este sábado, sus cenizas serán depositadas en la Basílica de Santa María la Mayor, tal y como lo solicitó él mismo en vida, bajo una lápida sencilla que llevará inscrito su nombre: Franciscus.

La afluencia masiva de visitantes obligó a las autoridades vaticanas a mantener la Basílica abierta incluso durante la madrugada. Durante estos días, la Plaza de San Pedro se ha llenado de personas emocionadas que esperaban, a altas horas de la noche, poder despedir al Papa Francisco. Las largas filas, que alcanzaron incluso las primeras horas de la mañana, reflejan la devoción y el respeto que inspiraba el pontífice argentino. Este viernes, a las 17:00 horas, se cerraron los accesos a la plaza, y a las 19:00 horas, la basílica también fue cerrada al público para dar paso a la ceremonia presidida por el camarlengo Kevin Joseph Farrell.

A lo largo de estos días, la Basílica de San Pedro ha recibido la visita de destacados líderes políticos internacionales. Entre ellos, se encontraban la presidenta de Italia, Giorgia Meloni, el presidente Sergio Mattarella, los reyes de España, Felipe VI y Letizia, la reina Sofía, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y su esposa, así como el presidente brasileño Lula da Silva y la presidenta de Honduras, Xiomara Castro. La presencia de estos dignatarios, junto con miles de fieles, refleja la magnitud de la figura de Francisco, cuya muerte ha dejado una huella profunda en la historia moderna de la Iglesia Católica.

En el día de la despedida, el rogito, el acta oficial que resume la vida y legado del Papa Francisco, fue introducido en su ataúd. Este documento, que se sella dentro de un tubo de metal, describe a Francisco como un hombre de humildes orígenes, nacido en Buenos Aires en 1936, hijo de inmigrantes italianos. Su formación inicial en química y su vocación religiosa lo llevaron a ingresar en la Compañía de Jesús. A lo largo de su vida, se destacó por su cercanía con el pueblo, eligiendo vivir en un apartamento modesto y desplazarse en transporte público, lo que le permitió mantener una relación cercana con las personas más humildes.

El rogito subraya su compromiso con los más vulnerables y su lucha incansable contra los abusos cometidos por miembros del clero. Su testimonio de humanidad y su enfoque en la justicia social marcaron su pontificado. El documento también recuerda su elección como Papa el 13 de marzo de 2013, tras la histórica renuncia de Benedicto XVI, y su decisión de tomar el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, en un acto simbólico que reafirmó su voluntad de vivir para los pobres y marginados del mundo.

Con su muerte, el Papa Francisco deja una huella imborrable tanto en la Iglesia como en la sociedad global. Su legado de paz, humildad y justicia será recordado por generaciones. El último adiós a Francisco no solo ha sido un acto de fe, sino también de reflexión sobre el impacto de un líder que transformó el papado con su ejemplo de cercanía, compasión y valentía.

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