El gobierno de Estados Unidos dijo el martes que trabaja para “reforzar” el cruce de la frontera en Tijuana para prepararse para la llegada de una caravana de miles de migrantes centroamericanos que se abre paso a través del oeste de México.
La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza anunció que cerrará cuatro carriles en los concurridos puertos de entrada de San Ysidro y Otay Mesa en San Diego, California.
Agregó que los cierres son necesarios para instalar equipos de infraestructura para reforzar los “puertos en preparación para la caravana de migrantes y el riesgo potencial de seguridad y protección que podría causar”.
Para los miles de migrantes centroamericanos que se dirigen hacia el estado de Nayarit, en la costa del Pacífico de México, la perspectiva de encontrarse con una recepción hostil en la frontera no es nada nuevo.
Después de un mes en de marcha a través de tres países, los migrantes como Maribel, de 22 años, de La Ceiba, Honduras, están acostumbrados a las dificultades.
Maribel, que no quiso revelar su apellido por temor a represalias en Honduras, empujaba el cochecito con su hija de un año mientras su marido llevaba en otro a su hijo de tres por una carretera desde Guadalajara a Nayarit.
“Estamos bien advertidos sobre todo lo que (el presidente de los Estados Unidos, Donald) Trump habla”, dijo a The Associated Press sobre la militarización de la frontera y el cierre de carriles en Tijuana. “Que cierre lo que quiera cerrar, pero siempre vamos a pasar”.
Los miles de migrantes centroamericanos salieron de los refugios de Guadalajara el martes temprano y fueron llevados en autobuses a una cabina de peaje de la carretera.
Pensaron que otros buses los estarían esperando para llevarlos al estado de Nayarit vecino al de Sinaloa, más al norte. Pero no aparecieron otros autobuses y pocos camiones los recogieron, dejando a muchos con la única opción de caminar.
Cristóbal Sánchez, un activista de Ciudad de México y uno de los coordinadores de la caravana, dijo a AP que el secretario de gobierno de Jalisco, Roberto López Lara, se había comprometido el lunes a trasladar a los migrantes hasta la frontera con Nayarit, pero finalmente rompió lo pactado.
AP solicitó un comentario a la gobernación de Jalisco pero aún no obtuvo una respuesta.
Como forma de protesta algunos migrantes intentaron permanecer en los autobuses una vez en el peaje pero “llegaron entre 15 y 20 patrullas de la policía… e iban de uno en uno, con sus armas largas, intimidando a la gente y amenazándola con que si no se bajaban ellos mismos los iban a hacer bajar”, dijo Sánchez.
Agregó que “hay gente regada en toda la carretera” en una zona de activa presencia del crimen organizado.
María Antonia Martínez, de Ocotepeque, y que viaja con su hija de 7 años, era una de la muchas personas desperdigadas en pequeños grupos.
“Nos dijeron que eran cinco kilómetros y luego no era cierto”, dijo la mujer de 40 años después de caminar cinco horas con su niña. Esta es la tercera vez que Martínez, una madre soltera que emigró por falta de trabajo, intenta llegar a Estados Unidos.
Cerca de ella otros caminaban exhaustos o descansaban a la sombra de algún puente.
La mayoría parece tener la intención de tomar la ruta de la costa del Pacífico hacia el norte hasta la ciudad fronteriza de Tijuana, que aún se encuentra a aproximadamente 2.200 kilómetros de distancia. Los migrantes han recorrido unos 2.400 kilómetros desde que comenzaron su marcha en Honduras alrededor del 13 de octubre.
Mientras anteriormente sufrían el calor en su viaje a través de Honduras, Guatemala y el sur de México, ahora viajan envueltos en mantas para defenderse del frío de la mañana.
En un principio la caravana hacía en promedio un recorrido de unos 50 kilómetros por día, pero los migrantes ahora cubren distancias diarias de unos 300 kilómetros o más, en parte porque confían en hacer dedo en lugar de caminar.
De hecho, los migrantes han subido a tantos tipos diferentes de vehículos que ya no se sorprenden por nada. Algunos se han apilado cuatro niveles por encima de un camión destinado a cerdos. El lunes, unos pocos abordaron un camión que transportaba un envío de ataúdes, mientras otros se metieron en un camión con jaulas estrechas utilizadas para el transporte de pollos.
Muchos, especialmente los hombres, viajan en remolques utilizados para transportar acero y automóviles o suben a los contenedores de carga de vehículos de 18 ruedas y van con una de las puertas traseras abiertas para recibir algo de aire.
La práctica no está exenta de peligros. Un hombre hondureño murió al hacer de un camión en el estado mexicano de Chiapas.
Una segunda caravana más pequeña comenzó a llegar a la Ciudad de México el lunes. Para el martes, más de 1.000 migrantes se habían establecido en un campamento en el mismo complejo deportivo de la Ciudad de México desde donde la caravana más grande salió el sábado. Una tercera caravana se dirige hacia la capital.
Las caravanas se convirtieron en un tema de campaña en las recientes elecciones de medio término en Estados Unidos y Trump ordenó el despliegue de más de 5.000 soldados a la frontera. Trump ha insinuado sin pruebas que hay criminales o incluso terroristas en el grupo.
La mayoría de los migrantes huyen de la pobreza, la violencia de las pandillas y la inestabilidad política, principalmente en Honduras, Guatemala, El Salvador y Nicaragua.
México informó que otorgó 2.697 visas temporales a individuos y familias. Alrededor de 533 migrantes solicitaron un regreso voluntario a sus países.-AP