Este lunes, la Asamblea General de la ONU marcó un punto clave en el conflicto entre Rusia y Ucrania, cuando dos resoluciones relacionadas con la guerra fueron aprobadas, dejando a Estados Unidos aislado en su postura. Las resoluciones no lograron alinear a los aliados tradicionales de Washington, que manifestaron su desacuerdo con las iniciativas estadounidenses. Como resultado, EE.UU. votó en contra de la primera y se abstuvo en la segunda, una señal de la creciente brecha en su política hacia Ucrania.
La situación fue aún más evidente cuando la representante interina de EE.UU. ante la ONU, Dorothy Shea, pidió a Ucrania retirar su propuesta, copatrocinada por más de 50 países, entre ellos casi todos los miembros de la Unión Europea. Shea sugirió que la Asamblea adoptara una resolución más enérgica que expresara un compromiso real para terminar la guerra, pero su llamado no fue escuchado.
El enfrentamiento diplomático se intensificó cuando los países europeos, en un giro inesperado, introdujeron tres enmiendas a la resolución estadounidense, modificando su contenido. Estas enmiendas condenaban la invasión rusa a gran escala de Ucrania, exigían una paz justa y duradera conforme a la Carta de las Naciones Unidas, y abogaban por el respeto de la soberanía de Ucrania. Con estas modificaciones, la resolución de EE.UU. perdió completamente su enfoque inicial y, sorprendentemente, Estados Unidos terminó absteniéndose de votar a favor de su propio texto, que finalmente fue aprobado con 93 votos a favor, 8 en contra y 73 abstenciones.
En paralelo, la resolución impulsada por Ucrania, que esencialmente contenía los mismos principios de condena a la agresión rusa, también obtuvo un apoyo similar, lo que subraya un giro en la dinámica internacional del conflicto. Aunque este respaldo aún fue significativo, las votaciones dejaron en evidencia un apoyo decreciente a la posición ucraniana respecto a años anteriores, cuando las resoluciones en favor de Ucrania obtenían más de 140 votos en la Asamblea General.
Este cambio de postura también refleja una creciente división internacional, especialmente entre países del denominado ‘sur global’, quienes han comenzado a adoptar posiciones más neutras o tibias hacia Ucrania. Potencias como China e India, junto con naciones como Brasil, Colombia, Arabia Saudita y Pakistán, optaron por la abstención, subrayando la necesidad de avanzar hacia una solución negociada para poner fin a la guerra.
En este contexto, Hungría rompió la unidad de la Unión Europea al votar en contra de la resolución ucraniana, lo que evidenció aún más las fisuras dentro de la región.
Mientras tanto, EE.UU. no se rinde y se prepara para presentar una nueva resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde se espera una votación crucial que podría ser muy diferente. La resolución necesitaría el apoyo de al menos nueve de los 15 miembros del Consejo y la ausencia de un veto por parte de alguno de los países con poder de veto, lo que podría alterar nuevamente el equilibrio de poder en la ONU.
El tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania ha puesto en evidencia los cambios en la diplomacia internacional y las nuevas realidades geopolíticas, mientras la guerra sigue sin una solución clara.