La economía hondureña se encuentra en una encrucijada financiera marcada por una doble presión en el tipo de cambio: por un lado, el debilitamiento del dólar a nivel internacional, y por el otro, la persistente depreciación del lempira frente a esta misma moneda. Esta combinación de factores anticipa un segundo semestre con mayores niveles de inflación y un impacto directo en el bolsillo de los ciudadanos.
A nivel global, el dólar estadounidense ha perdido cerca del 9 % de su valor frente a otras monedas fuertes, como el euro y el yuan. Este fenómeno responde, en gran parte, a la política comercial proteccionista que impulsó el expresidente Donald Trump, cuyas tensiones arancelarias afectaron el equilibrio del mercado de divisas. Aunque esta depreciación favorece a las exportaciones estadounidenses, también encarece las importaciones, generando consecuencias mixtas para países con economías dolarizadas o vinculadas estrechamente al dólar, como Honduras.
Impacto local: el lempira se debilita
Internamente, el lempira también sigue perdiendo terreno frente al dólar. Según el economista Mario Sosa, de septiembre de 2024 a junio de 2025 la moneda nacional ha experimentado una devaluación acumulada de 1.20 lempiras. Esta pérdida de valor no solo encarece los productos importados, sino que también reduce el poder adquisitivo de los hogares hondureños.
“El impacto es directo en la vida diaria: los productos básicos, los alimentos y los insumos para las empresas se vuelven más costosos, elevando la presión inflacionaria”, explicó Sosa.
Empresarios y consumidores en alerta
Para los sectores productivos, esta situación representa un doble golpe. Al tener que adquirir insumos en dólares, los costos operativos aumentan, lo cual termina reflejándose en los precios finales que paga el consumidor. A su vez, las familias necesitan más lempiras para cubrir las mismas necesidades, lo que afecta su capacidad de ahorro y consumo.
La economista Liliana Castillo, expresidenta del Colegio Hondureño de Economistas (CHE), coincide en que esta coyuntura representa un riesgo importante para el crecimiento económico. Si bien una moneda estadounidense débil puede favorecer a quienes importan desde ese país, también trae consigo incertidumbre y desventajas para las economías pequeñas y dependientes.
“En el caso de Honduras, al estar atada al dólar, se experimentan los mismos efectos que en Estados Unidos, pero sin los beneficios de una moneda de reserva. Los costos se trasladan al consumidor y a la estructura productiva”, señaló.
Relación con el euro y el comercio exterior
Otro factor relevante es la apreciación del euro, que ha subido aproximadamente un 10 % frente al dólar. Esto implica que Honduras deberá pagar más por productos europeos, reduciendo la competitividad de sus exportaciones hacia esa región. La relación comercial se vuelve más costosa, y los ingresos por ventas internacionales pueden verse afectados, en especial si se realizan en euros.
Castillo advirtió que esta situación genera un desbalance: “Si vendemos a Europa, recibiremos menos dólares, pero si compramos de allá, pagaremos más. Esto disminuye nuestra capacidad exportadora y encarece aún más nuestras importaciones”.
Proyecciones para el segundo semestre
Con este panorama, los analistas prevén una mayor inflación en los próximos meses. El encarecimiento de los productos importados, combinado con la continua devaluación del lempira, plantea un entorno económico desafiante tanto para las familias como para los empresarios.
En conclusión, la doble devaluación —externa e interna— está erosionando la estabilidad del poder de compra y amenazando el crecimiento económico de Honduras. Las autoridades económicas deberán actuar con prudencia para mitigar estos efectos y proteger a los sectores más vulnerables ante un entorno internacional volátil y una moneda nacional debilitada.