En los últimos veintiún años, de los casi cuarenta desde el retorno formal a la democracia en Honduras, apenas cinco personas de la comunidad indígena, en especial afro y lenca, han ocupado cargos de ministros y viceministros en los distintos gobiernos del 2002 al 2022. En su mayoría por coyunturas particulares pero no por políticas públicas de inclusión.
Lo mismo ha sucedido a nivel Legislativo. En dos décadas, de las 128 curules en el Parlamento los grupos originarios apenas han tenido 21 representaciones como diputados-propietarios y esto se debe casi exclusivamente a esfuerzos personales ligados al activismo político partidario.
“Nosotros hemos llegado más por esfuerzos individuales que por inclusión. En mi caso, me tuve que sacrificar tres veces para poder obtener una curul. En mi primera participación política, en el 2013, participé por el PAC (Partido Anticorrupción), y había presiones para que no participara como diputado o, en todo caso, que fuera suplente. Pero al momento de la escogencia, pasó Salvador (Nasralla), coordinador del partido PAC y dijo: él es garífuna, déjenlo en la posición 12, y así fue”, dijo Tomás Ramírez, actual diputado garífuna por el Partido Salvador de Honduras (PSH), por el departamento de Atlántida, al norte del país.
La primera vez que Ramírez incursionó en política lo hizo por el partido Liberal, en la oposición, como candidato a alcalde del municipio de El Porvenir, Atlántida, pero no llegó ni siquiera a regidor. Y si bien no salió en el 2013 como diputado, en su segunda incursión, en el 2017, logró su diputación cuando los cobijó otro partido, el Partido Innovación y Unidad (PINU), luego de que por maniobras políticas le quitaran la conducción del PAC a Salvador Nasralla.