El presidente del órgano unicameral ha sido incapaz de mantener el orden en el hemiciclo. Los actos burdos han sido recurrentes en el Congreso Nacional, donde ha primado la intolerancia, irrespeto y hasta el desorden a vista y paciencia del presidente de la junta directiva, Luis Redondo.
La máxima autoridad del órgano unicameral tiene las atribuciones tanto de mantener como de llamar al orden en las sesiones del pleno de diputados, de acuerdo con el artículo 22 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, sin embargo, Redondo ha sido incapaz de hacerlo.
Ejercer autoridad en la cámara legislativa por el titular del Congreso no implica suspender súbitamente una sesión, tampoco interrumpir el uso de la palabra a los parlamentarios. Al contrario, su autoridad se limita a crear consensos apegados a la ley.
En la reunión del martes anterior, Redondo no hizo nada para exigir el debido respeto por una parte del legislador suplente de Libertad y Refundación (Libre), Edman Munguía Dubón, que interrumpió la intervención de su compañera diputada Beatriz Valle, quien en reiteradas ocasiones instó a Redondo a llamar el orden, pero fue incapaz de resolver el impase.
Aunque en la última sesión, Redondo condicionó la participación de los congresistas a evitar ofensas, debe ser más estricto y cumplir con sus facultades, tratando de mantener la armonía, incluso entre legisladores de la bancada de Libre.
“El Congreso Nacional se convirtió en un espacio de choque partidario y de activismo político; así no se construye la gestión legislativa de un país”, consideró el director del Instituto Holandés para la Democracia Multipartidaria (NIMD), Luis León, quien además cuestionó dónde está el orden, dónde está el pensamiento legislativo.
“Me parece que este Congreso está improvisando, no solo es un problema de la directiva, sino de todos los que están ahí (hemiciclo)”, mencionó el experto en temas político-electorales.