Mientras un misterioso nuevo virus envolvía Wuhan, en el centro de China, a principios de año, Liu Zhiming movilizó todos los recursos de su hospital del distrito de Wuchang para atender a las miles de personas enfermas que llegaban a diario, amenazando con saturar el sistema de salud local.
Su dedicación parece haberle costado la vida: el departamento de salud de la ciudad anunció el martes que se infectó y falleció a pesar de todos los intentos para salvarlo.
Liu es al menos el séptimo trabajador sanitario que fallece por el COVID-19 de los más de 1.700 médicos y enfermeros contagiados. Su muerte se produce mientras las autoridades celebraban con cautela una reducción en el número de nuevos casos y decesos diarios, además de los resultados de un estudio que muestra que la mayoría de la gente que contrajo el virus sufrió solo síntomas leves.
China reportó 1.886 nuevos casos y otras 98 muertes por coronavirus en su actualización del martes sobre la enfermedad. En el territorio continental, el número de decesos reportados subió a 1.868 y el total de casos confirmados a 72.436.
“Ahora la tarea de prevención y control está en un momento crítico”, dijo el presidente Xi Jinping al primer ministro británico Boris Johnson en una llamada telefónica el martes, según la televisora estatal china CCTV.
Por su parte, Japón confirmó 88 casos más a bordo del Diamond Princess, un crucero en cuarentena en un puerto cerca de Tokio. En total, 542 de las 3.700 personas a bordo de la embarcación, entre tripulación y pasaje, contrajeron la enfermedad.
El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, dijo a The Associated Press que el brote “no está fuera de control, pero es una situación muy peligrosa”.
En entrevista en Lahore, Pakistán, Guterres dijo que “Los riesgos son enormes y necesitamos están preparados en todo el mundo para eso”.
El brote ha causado multitud de complicaciones y podría llevar a Beijing a aplazar su congreso anual, el mayor evento político del año en el país, para evitar que la gente viaje a la capital mientras continúen los contagios.
El salón del automóvil de Beijing, que se celebra cada dos años y estaba previsto para abril, quedó demorado como muchos eventos deportivos y de entrenamiento, que se retrasaron o cancelaron para evitar desplazamientos que puedan propagar el virus.
A pesar de las estrictas normas sobre uso de mascarillas y trajes de protección, entre las víctimas hay trabajadores sanitarios, especialmente en los inicios del brote.
En el anuncio sobre el deceso de Liu, la comisión de salud de Wuhan dijo que había formado parte de la batalla contra el virus desde el inicio y había realizado “contribuciones importantes en el trabajo de lucha y control del nuevo coronavirus”, señaló el aviso.
Durante el proceso, “lamentablemente se infectó y falleció a las 10:54 horas del martes a los 51 años luego de que todos nuestros esfuerzos por salvarlo fracasaron”, agregó.
Wuhan y las ciudades colindantes en la provincia de Hubei registran la mayoría de los infectados y decesos, lo que llevó al gobierno a imponer una prohibición para viajar que se ha extendido a varias partes del país y que ahora incluye un autoaislamiento de 14 días para cualquiera que viaje fuera de su distrito. Además, en Wuhan se levantaron dos nuevos hospitales prefabricados para atender a los pacientes y se movilizó a miles de trabajadores médicos desde otras partes del país para ayudar.
Un estudio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de China halló que más del 80% de los infectados padecían síntomas leves y que el número de nuevas infecciones parece estar bajando desde principios de mes. El director general de la Organización Mundial de la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló en una conferencia de prensa que es demasiado pronto para saber si la tendencia a la baja se mantendrá, pero “todos los escenarios siguen sobre la mesa”.
El aparente descenso en el número de casos se produce tras un importante incremento la semana pasada luego de que la provincia de Hubei, la más afectada, empezó a contarlos en base a los diagnósticos de los doctores, sin esperar por los resultados de las pruebas de laboratorio. Las autoridades sanitarias locales explicaron que el cambio buscó tratar más rápido a los pacientes.
El estudio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades examinó 44.672 casos de COVID-19 confirmados en China hasta el 11 de febrero. El 14% de los pacientes sufrió síntomas graves como neumonía, y el 5% tuvo un cuadro crítico. La tasa de mortalidad era del 2,3% _ 2,8% en hombres y 1,7% en mujeres.
La tasa de mortalidad es más baja que la del SARS y el MERS, enfermedades causadas por coronavirus relacionados con el que provoca el COVID-19. Pero el nuevo virus podría ser más letal si llega a más personas que los anteriores. El COVID-19 tiene una incidencia relativamente baja en niños, y el riesgo de muerte aumenta con la edad y otros problemas y fue más alto en la provincia de Hubei que en otros lugares de China.
Pese a que el número de casos parecía estar bajando desde el 1 de febrero, la situación podría cambiar con el regreso de la población a sus puestos de trabajo y a las escuelas tras las vacaciones por el Año Nuevo Lunar. Beijing y otros gobiernos buscaron evitar esto ampliando el feriado, alentando el teletrabajo y el autoaislamiento y los controles sanitarios a los viajeros.
Personas que fueron o salieron de la región más afectada de China, en el centro del país, estuvieron relacionadas con los primeros casos de COVID-19 confirmados en el extranjero. Pero Japón, Singapur y Corea del Sur han identificado nuevos casos sin una vinculación clara con China o con expacientes, aumentando la preocupación porque el virus se propague de forma local.-AP