El Gobierno de Corea del Sur, está llevando a cabo un estudio para rastrear, evaluar y aislar a aquellos que pueden haber estado en contacto con los pacientes confirmados.
Todo eran buenas noticias: había vuelto el fútbol y el béisbol. Muchas bibliotecas y museos acababan de abrir. Las escuelas estaban listas para acoger de nuevo a los alumnos. Y la emoción que había regresado a los clubes de Seul, ciudad importante del turismo del país, anhelosos por recuperar el tiempo y el dinero perdido. Aunque esto último ha durado poco. Nadie esperaba que entre la multitud que abrazó la fiesta aquella madrugada hubiera una persona que cuatro días después dio positivo en coronavirus. Concretamente, un hombre de 29 años que estuvo hasta en cinco locales de fiesta.
Hoy, los carteles de «cerrado temporalmente» bañan las puertas de los garitos del centro de Seúl. Las autoridades han ordenado el cierre de más de 2.100 locales de fiesta. Y los casos de coronavirus vinculados a los clubes de Itaewon suman 79. Este lunes se han registrado 35 nuevos contagios. No se reportaba una cifra similar desde el pasado 12 de abril.
El temor a una segunda ola de contagios impera en Corea del Sur justo cuando se estaban aliviando las restricciones de distanciamiento social. Este nuevo salto en las infecciones ha llegado al mismo tiempo que comenzaba una gradual vuelta a la normalidad. El Gobierno lleva días rastreando a todos aquellos ciudadanos que coincidieron de fiesta en las discotecas de Seul con el primer infectado. «Este foco infeccioso ha incrementado la preocupación de que, incluso durante la fase de estabilización, puedan surgir un nuevo brote», dijo ayer el presidente Moon.