El inicio de la Cuaresma está marcada por la conmoción en el Barrio Medina de la ciudad de San Pedro Sula, al norte de Honduras.
En un ambiente de pesar y asombro por el vil asesinato del padre Enrique Vásquez, decenas de feligreses, familiares y religiosos, llenaron el templo de la parroquia San José, para rendir un tributo de cuerpo presente a su querido párroco y para rogar al Creador del Universo la paz de su alma.
En su mensaje, monseñor Ángel Garachana, visiblemente afectado por el dolor, oró por el sacerdote. “Si esta es una celebración de fe, yo me pregunto ¿Qué nos dice Dios en este momento?”. Al tiempo se respondió… “los hombres lo mataron, pero los justos están en las manos de Dios”.
Sobre el féretro del malogrado religioso se colocaron los signos del ministerio sacerdotal, como un recordatorio que mientras el padre “Quique” presidia en nombre de Dios su asamblea, llevaba estas vestiduras de fiesta. “Concédele ahora ser revestido de gloria en tu presencia y te celebre con tus santos, eternamente”, expresó Garachana.
Sobre la indumentaria religiosa, se colocó una Biblia con la intención de que el presbítero, cuya misión en el mundo fue promulgar el Evangelio, ahora lo haga desde el cielo.
En las bancas del templo, la profunda tristeza y desconcierto se dibujaba en los rostros presentes, quienes no logran asimilar por qué lo asesinaron y peor aún, con tanta saña.
Su desaparición física causa un alto impacto destacó Garachana, pues hace muchos años no se daba un crimen de un religioso. “Yo no recuerdo un caso violento contra un sacerdote, sí ha habido persecución, pero no asesinatos”, dijo.