El Congreso de Estados Unidos aprobó el miércoles un paquete de rescate de 1,9 billones de dólares para mitigar los efectos económicos causados por el coronavirus, dándole al presidente Joe Biden y a los demócratas un triunfo en un proyecto que refleja las prioridades del gobierno: la pandemia y la economía.
La Cámara de Representantes dio la aprobación final a la iniciativa en una votación casi dividida a raya por los dos partidos, con 220 a favor y 211 en contra, exactamente 50 días después de que Biden asumió la presidencia y cuatro días después de que el Senado dio luz verde al proyecto. Los republicanos de ambas cámaras han votado en bloque contra el paquete, que consideran inflado, lleno de medidas izquierdistas y ciego a las señales de que las dos crisis empiezan a ceder.
“Ha llegado la ayuda”, tuiteó Biden poco después de la votación. El presidente dijo que la firmará el viernes.
Para muchos ciudadanos, lo más notable son los cheques de 1.400 dólares que recibirán directamente del gobierno y la extensión al tiempo en que los desempleados podrán recibir un subsidio de 300 dólares semanales, hasta inicios de septiembre. Pero la legislación es mucho más que eso.
La medida constituye el cumplimiento de una promesa de campaña para los demócratas y la prioridad de Biden de aliviar el doble mazazo que recibió la economía hace un año. Desde entonces, la pandemia ha obligado a millones de personas a permanecer encerradas en sus casas para evitar una enfermedad que ha matado a más de 525.000 en el país, y ha sumido a la economía en su crisis más profunda desde la Gran Depresión.
“Hoy hemos una tomado una decisión de enormes consecuencias, una decisión que marcará una diferencia para millones de estadounidenses, que salvará miles de vidas y empleos”, declaró la presidenta de la cámara baja, la demócrata, Nancy Pelosi.
Para Biden y los demócratas, la ley es un lienzo en el que han pintado sus convicciones principales: que los programas de gobierno pueden ser beneficiosos —no un flagelo— para millones de personas y que gastar sumas enormes en semejantes iniciativas puede ser un remedio, no un derroche. La medida se ajusta tanto a las prioridades demócratas que muchos la consideran a la altura de lo mejor de sus carreras y a pesar de la estrechez de la mayoría su resultado nunca estuvo verdaderamente en duda.
Se sienten envalentonados por tres dinámicas: el control de la Casa Blanca y el Congreso, las encuestas reveladoras de un fuerte apoyo al plan de Biden y un momento en que a la mayoría de los votantes les resulta casi indiferente que la deuda nacional se alce a la suma estratosférica de 22 billones de dólares. A ninguno de los partidos parece importarle demasiado el déficit, salvo cuando el otro lo usa para financiar sus prioridades, sean el gasto demócrata o los recortes tributarios republicanos.
El representante Jared Golden de Maine fue el único demócrata que votó en contra. En un comunicado, alegó que el proyecto otorga cientos de millones de dólares “más de lo necesario para satisfacer las necesidades más urgentes” y que pone en riesgo la recuperación económica.
Los republicanos señalan que apoyaron cinco medidas de rescate votadas por el Congreso desde que estalló la pandemia hace un año, cuando la distribución de poderes entre la Casa Blanca y el Congreso estaba dividida y los partidos se vieron obligados a negociar. Alegan que esta iniciativa sólo sirve a los intereses demócratas como los de financiar proyectos de planificación familiar o ayudar a empleados públicos que deben ausentarse de sus trabajos a consecuencia de COVID-19, y que no obliga a reabrir a las escuelas que han estado recibiendo ayuda económica.
“Los que son miembros del fango de la corrupción se beneficiarán de este proyecto, pero para el pueblo estadounidense implica graves problemas”, denunció el líder de la minoría republicana en la cámara baja, Kevin McCarthy.
Un aspecto dominante del proyecto es que busca, por primera vez en años, beneficiar a familias de ingresos bajos y medianos. Incluye créditos fiscales ampliados para niños, guarderías y licencias familiares, así como subsidios para arrendadores, programas de alimentación y gastos en servicios públicos.
Aparte de los 1.400 dólares en pagos directos a la mayoría de la gente, la iniciativa contiene prestaciones de emergencia para el desempleo y cientos de miles de millones para vacunas contra el COVID-19, tratamientos, escuelas, gobiernos estatales y locales y sectores debilitados, desde aerolíneas hasta salas de conciertos.
Hay ayuda para agricultores de tez no blanca y sistemas de pensión, subsidios para la compra de seguro de salud y para los estados que amplían el seguro estatal para los de ingresos bajos.
Una encuesta de The Associated Press-NORC halló la semana pasada que el 70% de la población respalda la respuesta de Biden al virus, incluido el 44% de los republicanos.-AP