Colombia (AFP). Un total de 71 personas murieron y cinco fueron rescatadas con vida tras estrellarse cerca de Medellín en la noche del lunes el avión que trasladaba al equipo brasileño del Chapecoense, que iba a disputar el miércoles la final de la Copa Sudamericana ante el colombiano Atlético Nacional.
“Se pudo rescatar a seis personas con vida, pero una de ellas falleció en el traslado al hospital. El resto lamentablemente murió”, dijo a los periodistas el comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, José Gerardo Acevedo.
Los supervivientes son los futbolistas Alan Ruschel, Marcos Danilo Padilha y Jacson Ragnar Follmann, así como una azafata y un periodista.
El modesto Chapecoense había sorprendido al fútbol continental al llegar a la final de la sudamericana por primera vez en su historia, tras eliminar en semifinales al poderoso club argentino del San Lorenzo de Almagro.
La aeronave chárter transportaba a nueve tripulantes y 68 pasajeros, entre ellos los futbolistas del club brasileño, directivos del equipo y periodistas. Venía de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), donde hizo escala tras partir de Brasil.
El avión de matrícula boliviana CP2933 de la empresa Lamia se declaró en emergencia “por fallas eléctricas” a las 22h locales (las 3h GMT) a unos 50 kilómetros de Medellín. Unos minutos más tarde se registró el accidente, dijo a la AFP un portavoz de la Aeronáutica Civil.
Las labores de rescate se suspendieron este martes de madrugada debido a las condiciones climatológicas “en una zona montañosa de muy difícil acceso”, a 3.300 metros sobre el nivel del mar, y se retomarán a partir de las 6 de la mañana locales (las 11h GMT).
Para llegar a esa colina, los rescatistas deben recorrer más de media hora a pie con las camillas. El siniestro ocurrió en Cerro Gordo, entre los municipios de La Ceja y La Unión, en el departamento de Antioquia (noroeste de Colombia), informó el aeropuerto José María Córdova de Rionegro, que sirve a Medellín, en un comunicado.
La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) movilizó a alrededor de 150 miembros de los equipos de socorro y activó su red hospitalaria.
Nueve futbolistas del Chapecoense no viajaron a Colombia por decisión técnica y se quedaron en Brasil: Rafael Lima, Nenem, Demerson, Marcelo Boeck, Andrei, Hyoran, Alejandro Martinuccio (argentino), Moisés y Nivaldo.
El presidente de Brasil, Michel Temer, decretó un luto oficial de tres días por la tragedia, informó la presidencia brasileña.
Hace dos semanas, en ese mismo avión había viajado la selección argentina con Lionel Messi a bordo desde Buenos Aires hasta San Juan (oeste) para jugar el partido contra Colombia por la clasificatoria sudamericana a Rusia-2018.
La Conmebol anunció que debido al accidente se suspendió oficialmente la final de la Copa Sudamericana y además el Congreso del organismo del fútbol sudamericano que debía sesionar este miércoles en Montevideo. El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, viajó de inmediato a Medellín, añadió el comunicado.
Por su parte, el Atlético Nacional se solidarizó con el cuadro rival. “Nacional lamenta profundamente y se solidariza con @chapecoensereal por el accidente ocurrido y espera información de las autoridades”, escribió en su cuenta en Twitter.
“Estamos en el lugar, respetando la operación de los organismos de rescate y tratando de enterarnos para saber con qué podemos ayudar”, afirmó el presidente del club, Juan Carlos de la Cuesta, a Blu Radio.
La clasificación a la final la semana pasada revolucionó a esa pequeña ciudad de unos 200 mil habitantes, ubicada en el estado de Santa Catarina. Chapecoense llegó a esa instancia tras eliminar por penalties al argentino Independiente. Antes, había dejado atrás al Junior de Barranquilla.
El ‘Verdao del oeste’ estuvo a punto de desaparecer hace una década. Al borde de la bancarrota, la existencia del club de Chapecó, en el lejano interior de la sureña Santa Catarina, parecía inviable.
Pero este club con 43 años vio la luz en 2009, cuando consiguió clasificarse para la cuarta división y ahí comenzó un despegue que, siete años después, lo había convertido en la revelación sudamericana.