Viernes, un paso más en la nueva Guerra Fría entre Estados Unidos y China. Si hace tres días fueron los primeros los que ordenaron el cierre del consulado chino en Houston, hoy Pekín ha consumado las represalias que prometió: cierra el consulado estadounidense de la ciudad de Chengdu, capital de la provincia sureste de Sichuan. El comunicado emitido desde el Ministerio de Relaciones Exteriores de China dice que es una «contramedida equivalente y recíproca».
El consulado de Chengdu fue inaugurado en octubre de 1985 por el ex presidente de los Estados Unidos George Bush y era un punto clave estratégico porque abarcaba la región del sureste de China, entre ellas la zona sensible de la Región Autónoma del Tíbet.
Esta delegación diplomática también se convirtió hace ocho años en el escenario de uno de los mayores frentes políticos internos que ha tenido Pekín en la última década. Wang Lijun, ex vicepresidente alcalde y jefe de policía de la ciudad de Chongqing, se refugió en el consulado tras un intento de desertar después de una pelea con Bo Xilai, el entonces jefe del Partido Comunista en Chongqing. Un días después, Wang dejó el consulado y señaló con pruebas que Bo se había reunido con funcionarios consulares estadounidenses. Bo fue despedido y luego sentenciado a cadena perpetua por soborno, abuso de poder y corrupción. Y Wang encarcelado durante 15 años por abuso de poder, soborno y deserción.
Estados Unidos, además de su embajada en Pekín, tiene consulados en las ciudades chinas de Wuhan, Shanghai, Shenyang y Guangzhou. El cierre de su oficina en Chengdu es un paso sin precedentes en la escalada de tensiones entre las dos potencias mundiales. «La medida tomada por China es una respuesta legítima y necesaria al acto injustificado de los Estados Unidos. Cumple con el derecho internacional, las normas básicas de las relaciones internacionales y las prácticas diplomáticas consuetudinarias «, dice el Ministerio de Exteriores chino.
Ayer, el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, dijo que el consulado chino en Houston era un centro de espionaje para obtener secretos comerciales. El miércoles, Morgan Ortagus, portavoz del Departamento de Estado, especificó que la orden del cierre era para «proteger la propiedad intelectual y la información privada de los estadounidenses».
Un portavoz de Exteriores chino, Wang Wenbin, respondió que esa medida era «una provocación política unilateral por parte de Estados Unidos contra China». Wang apuntó el jueves que el consulado de Houston se había dedicado a «promover la amistad y la cooperación» entre ambos países. «Esto supone desmantelar el puente de la amistad entre ambos pueblos», sentenció.