Indocumentados, hondureños, residentes en Florida y contribuyentes al bienestar de sus familias en Honduras, «Luis» y «Dania» no se conocen, pero a los dos, como a millones de inmigrantes, el coronavirus les quita el sueño por razones de salud y porque si les va mal económicamente, no podrán enviar dinero a casa.
A la preocupación por no poder pagar la renta o las facturas de los servicios públicos en EE.UU. porque el trabajo escasea o no existe se suma para «Dania» y «Luis» la de no poder seguir ayudando a sus familias, según dicen en entrevistas con Efe.
Y el gran miedo de los dos es que nadie los ayude a ellos ni en el país donde viven ni en el que nacieron.
Contribuyentes en su país y en EE.UU.
«En los dos lados contribuimos y no tenemos ningún beneficio. Es injusto», se queja «Luis», quien trabaja en un restaurante en el que ya solo se prepara comida para llevar o para entregar a domicilio debido a las medidas contra el coronavirus.
A sus 48 años este inmigrante tiene dos hijos en Honduras y cero ahorros, porque lo que le queda de lo que gana en EE.UU., donde paga impuestos a pesar de ser un indocumentado, lo envía a su país.
«Hay que mandar dinero prácticamente para todo, aquello es un caos», dice este hondureño dispuesto a «quedarse en casa mientras pasa todo esto».
Las remesas de trabajadores hondureños en el extranjero como «Luis» totalizaron el año pasado 5.400 millones de dólares, lo que significa un 20 % del producto interior bruto de Honduras.
Aunque las cosas vayan mal, mejor en EE.UU.
El marido de «Dania», que antes salía a hacer instalaciones con cuadrillas de trabajadores, ya no tiene trabajo y ella no puede trabajar. Está a punto de dar a luz a su primer hijo «americano».
Hace un mes perdió a su hijo mayor, de siete años. Un auto lo atropelló y el conductor se dio a la fuga.
Tiene también un hijo de menos de dos años y una madre sordomuda en Honduras, que se sostiene con lo que ella le envía y lo que le dan personas caritativas en el transporte público de su ciudad, que ya no está funcionando porque el país está en cuarentena.
«No se imagina, estoy bien preocupada», dice «Dania» con una voz que muestra que se ha hecho fuerte ante la desgracia.
El Consulado General de Honduras en Miami se hizo cargo de los gastos del funeral y de transportar el cuerpo del niño a Honduras, pero aún no se ha podido hacer el traslado debido a que en el país centroamericano los aeropuertos están cerrados.
«Dania» dice que está pensando en enterrar al niño en este país.
Cuando se le pregunta si en su situación no sería mejor regresar con su familia a Honduras, exclama: «!Para qué voy a volver! Allí me voy a morir rápido de hambre».
Habla la embajada
El «número dos» de la Embajada de Honduras en Washington, Rafael Sierra, dice a Efe por teléfono que los 13 consulados del país en EE.UU. están para «apoyar a cualquier hondureño» que lo necesite y en este momento para que los que quieran regresar «lo hagan de manera segura y sin arriesgar a la gente en nuestro país».
«Es una situación difícil para todos», subraya Sierra, quien está a la espera de instrucciones sobre cómo manejar el regreso.
Pensando en los que se quieran quedar, el subjefe de la misión diplomática hondureña, con rango de embajador, subraya que han hablado con las autoridades estadounidenses y les han asegurado que «al momento de atender a alguien en un centro de salud no se pregunta nacionalidad ni estado legal de la persona».
Por el momento, la embajada no tiene conocimiento de que haya hondureños entre los infectados por el coronavirus en EE.UU.
Por razones de privacidad, los centros de salud no dan datos sobre los enfermos y no se han recibido llamadas en los consulados informando de algún caso entre la comunidad hondureña en EE.UU., que, según estimaciones, puede llegar a 1,2 millones de personas, en su mayoría indocumentados.
Es tiempo de retribuir
Juan Flores, presidente de la Fundación 15 de Septiembre, que ayuda a los inmigrantes hondureños del sur de Florida, ha hecho gestiones ante el Gobierno de Tegucigalpa para pedir un plan de contingencia para los que ya están sufriendo el impacto económico del coronavirus, con entrega de alimentos y artículos de primera necesidad, y un plan de acción para más largo plazo.
«Es tiempo de retribuir a quienes hemos sido el motor económico del país por décadas», dice Flores.
«Carla González», quien con una visa de turista llegó en febrero a Florida para visitar a unos familiares y sigue aquí debido a la cancelación de vuelos y cierre de aeropuertos por el coronavirus, dice a Efe que es necesario crear un fondo solidario para ayudar a los inmigrantes y a los que como ella han quedado varados.
«Honduras va a quedar demolida con esta pandemia», agrega esta madre soltera de dos hijos que están a cargo de su familia en su país y se prepara para engrosar la lista de hondureños en EE.UU. EFE