GUERRA CONTRA LA IGLESIA

La presidenta Xiomara Castro lanzó duras críticas contra miembros de la Iglesia que cuestionaron públicamente al expresidente Manuel Zelaya por sus recientes declaraciones religiosas. Las palabras de la mandataria constituyen un ataque innecesario e irrespetuoso hacia voces eclesiásticas que históricamente han tenido un rol relevante en la vida moral y social del país.

Durante un acto público en la colonia Hato de Enmedio, donde inauguró una escuela de música para niños, la presidenta reprochó a algunos sacerdotes por pronunciarse tras las polémicas palabras de Zelaya, quien durante una marcha afirmó no temerle a Dios porque actúa con rectitud. Las reacciones desde los púlpitos no se hicieron esperar, cuestionando el tono y contenido del discurso del exmandatario.

Lejos de aclarar la situación, Castro acusó a los sacerdotes de manipular el mensaje y les advirtió: “Cuando el odio entra al altar, se aleja la fe y se rompe el testimonio del evangelio”. La frase fue interpretada por analistas como una intromisión en asuntos religiosos y un intento de silenciar opiniones críticas provenientes de la Iglesia.

La mandataria también denunció que se difundió un video editado para tergiversar el mensaje de su esposo, y pidió a pastores y sacerdotes reflexionar sobre el uso político del púlpito. Sin embargo, sus declaraciones fueron vistas por líderes de opinión y fieles como un acto de intolerancia hacia el libre pensamiento religioso.

Polémica por uso político de la educación

En el mismo evento, Castro defendió la inclusión del libro Golpe 28-J, escrito por Zelaya, como parte del contenido de la cátedra morazánica en las escuelas. Justificó su decisión afirmando que el estudio del golpe de Estado de 2009 es fundamental para formar una ciudadanía crítica. La medida ha sido señalada por sectores opositores como un intento de imponer una visión partidaria en el sistema educativo nacional.

Con este discurso, la presidenta vuelve a tensar su relación con instituciones clave del país, esta vez con la Iglesia, al convertir en blanco de ataques a quienes ejercen su derecho a opinar desde una visión moral y espiritual.

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