La intromisión del Ejecutivo en el Poder Legislativo hondureño, no es mera casualidad, se debe a la incapacidad manifiesta de su presidente, Mauricio Oliva, en manejar los asuntos legislativos por la falta de conocimiento y liderazgo, convirtiéndose en un “títere” y mandadero del Gobernante Juan Orlando Hernández, quien además de imponer la agenda legislativa y con una visión clara de sus propósitos, controla todos los poderes del Estado, poniéndolos a su favor en cualquier situación política que convenga a sus intereses dictatoriales.
El problema no es nuevo, en cualquier debate sobre temas nacionales que requieran mayoría calificada, Juan Orlando Hernández, pone en práctica su astucia y capacidad de maniobra, llamando y reuniéndose, primero con la bancada nacionalista para reprenderlos y tirar línea sobre la dinámica a seguir, para luego, valiéndose de los recursos presupuestarios que maneja, cabildear con otras bancadas y en forma individual con diputados vendidos, como el mismo gobernante los llama, a fin de inclinar las votaciones en el pleno de la cámara legislativa.
La imposibilidad legislativa de Oliva, se evidencia ahora, cuando por un capricho de Juan Orlando Hernández, la cámara legislativa debe elevar la Policía Militar de Orden Publico a Rango Constitucional, lo que para sectores de oposición, no sería más que una guardia pretoriana con licencia para cometer cualquier arbitrariedad y violaciones a los derechos humanos y al servicio exclusivo del gobernante en su ambición de control, poder y continuismo.
Lo caliente del tema del Rango Constitucional para la P.M.O.P ha obligado a diputados como Toño Rivera Callejas, Oscar Álvarez, Gladis Aurora López, Tomas Zambrano, José Francisco Rivera, Mario Pérez, Miguel Edgardo Martínez y Renán Inestroza entre otros, ADEMAS DE “biliosos” cachurecos que a ultranza defienden las acciones conservadoras y retardatarias del partido nacional como Fernando Anduray, quienes han convertido a los medios de comunicación mediáticos en una trinchera para defender la necesidad de blindar a la policía militar y ayudar a JOH a cumplir sus aspiraciones de convertirse en un dictador.
Si esto no fuera suficiente, el mismo Juan Orlando Hernández, en tono amenazante se dirigió, a quienes se oponen a sus pretensiones de contar con su propia policía, compareciendo además en los programas de radio y Televisión que supuestamente mantienen mayores raiting de audiencia y se identifican plenamente con su pensamiento ideológico y político.
Así las cosas, el incapaz de Mauricio Oliva, quien llego al cargo, valiéndose de un “matrimonio” político con el partido liberal, no puede siquiera controlar el comportamiento de los mismos diputados, cuanto menos, ordenar las discusiones y debates en la Cámara legislativa, demostrando su desconocimiento sobre el papel de un estadista y conformándose con el cargo que merecidamente le otorga la opinión pública: Servil, Títere y mandadero de Juan Orlando Hernández.