En Honduras ser mujer y joven representa un riesgo para ser víctima de la violencia. Para las enfermeras auxiliares hondureñas, esta premisa se cumple cada vez con más frecuencia.
La denuncia del presidente de la Asociación de Enfermeras y Enfermeros de Honduras (ANEEAH), Josué Orellana, de que una de sus compañeras fue agredida sexualmente cuando regresaba a su casa, en la ciudad de Intibucá, fue la gota que rebasó el vaso ante tantos abusos. La mujer fue atacada mientras esperaba transporte en las afueras del hospital, en horas de la noche, tras un turno largo.
“La inseguridad, la falta de proyección de las autoridades, la falta de transporte para el personal que tiene turnos de noche, la falta de voluntad de hacer bien el trabajo en las regiones como la metropolitana, atrasan el trabajo, pero ahorita el detonante de nosotros es que nos han violado a una compañera por falta de transporte en el hospital”, denunció Orellana.
La próxima semana, el gremio de las enfermeras iniciará un paro de labores progresivo, iniciando en Intibucá. Las denuncias de abusos son constantes a nivel nacional.
“No es justo, porque vienen de trabajar 8 o 16 horas y son víctimas de la delincuencia”, dijo al lamentar que los criminales ya no respetan el uniforme blanco, ese que hace 3 años, con el estallido de la pandemia, era considerado un traje de héroes y heroínas.
“Si las autoridades son tan incompetentes, nosotros le decimos a la delincuencia, por favor no nos maltraten, no nos ultrajen, no violen a las compañeras, no es posible, estas mujeres vienen de salvar vidas”, exclamó.