El papa cargó contra «los nacionalismos cerrados y agresivos, y el individualismo radical» que sólo dividen y que «terminan pagando los extranjeros y migrantes y los marginados», en su mensaje publicado hoy jueves para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado.
Estos nacionalismos e individualismos «resquebrajan o dividen el nosotros, tanto en el mundo como dentro de la Iglesia», dijo Francisco, antes de añadir que «el precio más elevado lo pagan quienes más fácilmente pueden convertirse en los otros: los extranjeros, los migrantes, los marginados, que habitan las periferias existenciales».
«Todos estamos en la misma barca y estamos llamados a comprometernos para que no haya más muros que nos separen, que no haya más otros, sino sólo un nosotros, grande como toda la humanidad», observó.
En su mensaje, el papa realizó un doble llamamiento, a los católicos, y a todos los hombres y mujeres del mundo para poder alcanzar «un nosotros cada vez más grande».
Pidió a los fieles y al Iglesia «salir a las calles de las periferias existenciales para curar a quien está herido y buscar a quien está perdido, sin prejuicios o miedos, sin proselitismo, pero dispuesta a ensanchar el espacio de su tienda para acoger a todos».
«Entre los habitantes de las periferias encontraremos a muchos migrantes y refugiados, desplazados y víctimas de la trata, a quienes el Señor quiere que se les manifieste su amor y que se les anuncie su salvación», agregó.
Para el papa, los flujos migratorios contemporáneos constituyen una nueva “frontera misionera, una ocasión privilegiada para anunciar a Jesucristo y su Evangelio sin moverse del propio ambiente, de dar un testimonio concreto de la fe cristiana en la caridad y en el profundo respeto por otras expresiones religiosas».
Mientras que a todos los hombres y mujeres del mundo les instó a «caminar juntos hacia un nosotros cada vez más grande, a recomponer la familia humana, para construir juntos nuestro futuro de justicia y de paz, asegurando que nadie quede excluido».
Y para alcanzar este ideal, subrayó: «Debemos esforzarnos todos para derribar los muros que nos separan y construir puentes que favorezcan la cultura del encuentro, conscientes de la íntima interconexión que existe entre nosotros».
Agregó que las migraciones contemporáneas «nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos para dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada uno».
«CUIDADO ADECUADO» DE NUESTRO PLANETA
Francisco recordó que además es necesario garantizar «el cuidado adecuado» de nuestro planeta y para ello es necesario «constituirnos en un nosotros cada vez más grande, cada vez más corresponsable, con la firme convicción de que el bien que hagamos al mundo lo hacemos a las generaciones presentes y futuras».
«Se trata de un compromiso personal y colectivo, que se hace cargo de todos los hermanos y hermanas que seguirán sufriendo mientras tratamos de lograr un desarrollo más sostenible, equilibrado e inclusivo», agregó.
Francisco concluyó invitando a «no tener miedo a soñar» y a «hacerlo juntos como una sola humanidad, como compañeros del mismo viaje, como hijos e hijas de esta misma tierra que es nuestra casa común». EFE